Antes de que Elden Ring se pusiera a la venta, su comunidad llegó a un consenso a través de prácticamente todos los canales extraoficiales: el nuevo RPG de FromSoftware se tiene que descubrir jugando como marginado (o wretch, "escoria" en inglés). Para el que no lo sepa, esa es una clase jugable que ha aparecido en todas las obras del estudio nipón desde Dark Souls, cumpliendo el rol de pizarra en blanco. Al contrario que sus muchas alternativas, comienza la partida con unas estadísticas 100% neutrales —nivel 1 y 10 puntos en todo, lo cual no está necesariamente mal— sacrificando el equipamiento por completo; todo cuanto tiene es un sencillo garrote de madera. Ni consumibles, ni flechas, ni talismanes, cero patatero. Los aficionados que recomendaban esta elección lo hacían pensando en la experiencia de vivir un juego popularmente asociado a la dificultad con la clase más burda posible, y unas 50 horas después de haberles hecho caso, les doy la razón.
Adentrarse en las Tierras Intermedias como marginado es de verdad algo único porque trae consigo dos secciones del juego que no tienen ninguna otra clase: un early game que parte del cero absoluto, y un endgame tan flexible que básicamente no necesitas más ranuras de guardado. Se dice que la magia es la clave tras el "modo fácil" de Elden Ring, y si bien la clase de astrólogo desempeña ese rol mejor que nadie, puedes estar seguro de que a la larga tienes tantas o más opciones como nuestro humilde guerrero desnudo. Echemos un vistazo más detallado a todas estas gloriosas ventajas.
Consiguiendo recursos donde no los hay
Abrir el portón de Necrolimbo como marginado es llenarte la cabeza de preguntas. Tu destino está claro desde el primer minuto, pero si la gente tarda 40 horas en desafiar a Margit, imagina empezar sin nada. La prioridad cambia: tienes que conseguir equipamiento. Y por suerte, un NPC mercader te espera ahí mismo, en la iglesia de Elleh. Se trata de Kalé, quien te vende algunas cosas que había ignorado en mi primera partida como prisionero. La antorcha es la más importante porque hará falta en la primera mazmorra y se vende por apenas 200 runas cochinas, que convenientemente puedes conseguir examinando las ruinas del costado izquierdo según entras en el edificio semiderruido. A grandes rasgos, con el garrote y la antorcha tienes todo lo necesario para ponerte manos a la obra; si bien los primeros minutos son algo más desafiantes que los de otras clases.
Exceptuando al Guardián Arbóreo que patrulla la cuesta de la iglesia, los enemigos que encuentras en la zona oeste de Necrolimbo dan más bien pocas runas, así que te toca viajar a la oscura cueva del litoral (siguiendo la línea de playa) descansar en la gracia perdida y salir a la superficie para machacar semihumanos. Con esa fuente de runas, puedes ahorrar y comprarle al mercader de la costa una espada ancha y un arco, o regresar hasta Kalé mediante viaje rápido y hacerte con un escudo o cualquier pieza de la armadura de malla. Ahí es cuando el marginado comienza a parecerse a otras clases de Elden Ring, si bien las diferencias aún son palpables. No tienes la uchigatana como el samurái, o encantamientos de sanación como el profeta. Por ese motivo, toca seguir limpiando la zona de mazmorras opcionales.
Luchar contra el perro guardián funerario del Árbol Áureo, nombre del que me acordaba perfectamente y no tuve que buscar en Google en absoluto, no es la decisión más acertada desde el principio porque tanto ese encuentro como la mazmorra que le precede están llenas de fuego —haciéndole una visita al hombre bestia de Farum Azula en la cueva de la arboleda consigues el talismán de dragón ígneo con la resistencia al fuego que necesitas para eso. A partir de ahí tienes unas cuantas maneras de progresar: conseguir a Torrentera y el mapa de Necrolimbo a las puertas de la fortaleza, desviarte hacia el castillo de Morne... pero la realidad es la que es: llevas encima una armadura de malla, una antorcha, una espada ancha y un par de talismanes. En lo personal, creo que lo más sensato es "forzar" a Melina a llevarte hasta la Mesa Redonda, que en mi caso ocurrió en la hoguera a las puertas del encuentro con Margit, y comprar cosas propias de la build que realmente quieres hacer en las sacerdotisas petrificadas.
Tal vez tus primeras magias. Un escudo de acero. Un bastón de clérigo o una daga. Piedras de mejora para gastar en el herrero. Sea como fuere, creo que el mensaje se entiende. La clase de marginado no es nueva en absoluto, pero creo que jamás había sido tan divertida como en Elden Ring. Tal vez sea un comienzo más duro que el de sus semejantes, pero también es más divertido porque te obliga a hablar con todos los NPC y pensar en cuál es la manera más eficiente de equiparse. No es solo una cuestión de subir destreza a tope en vista a tirar de sangrado en el futuro, sino de pensar en cómo sobrevivir ahora. Creo que esa lección es interesante, te hace ver de otra manera las cosas que tienes a tu alrededor y además valoro positivamente que el arma inicial sea un garrote porque el arte que lleva implícito es el grito de guerra: uno para expertos. Arriesgado, pero fuerte y divertido.
La estrategia del renacimiento y el SL 120
Además del principio de la partida, otra de las cosas que veo interesantes en el marginado y quería incluir en este auténtico folleto publicitario disfrazado de contenido editorial es el final: todos queremos completar la historia principal, pero en realidad hay más cosas que hacer después. Igual te faltan zonas por explorar. O quieres desbloquear todos los logros en Steam. Pero si eres de los míos, entonces lo que te interesa de verdad es la faceta de construcción de personaje que el juego tiene como RPG. Adoro experimentar con diferentes armas, artes y hechizos; conseguir el personaje más viable posible en PvE y PvP. FromSoftware lleva tiempo implementando en sus juegos una opción para satisfacer a gente como un humilde servidor —o a quienes no están contentos con su personaje a mitad del recorrido— que es la del renacimiento.
Todas las clases comparten la misma suma de atributos, pero parten desde puntos distintos
"Renacer" se traduce en redistribuir los niveles que has subido hasta ahora a placer. Un respec de toda la vida, vaya. En Elden Ring, eso lo gestiona Rennala después de caer derrotada en la academia de Raya Lucaria, aunque necesitas una larva cada vez que desees usar esta mecánica. La cuestión es que solo puedes trabajar a partir de las estadísticas que tu clase tenía cuando empezaste la partida, por lo que si elegiste el héroe, tu fuerza mínima será 16. Si quieres cambiar de STR/INT a STR/DEX eso no es un problema, pero saltar a INT/DEX sí lo es porque estarás "encasillado" en un nivel y atributos base que no se corresponden del todo con lo que quieres hacer. El marginado no tiene ese problema porque comienza a nivel 1 con todos los atributos a 10, así que saltar de una Claymore a un cetro tan pronto como consigues el Cometa Azur es totalmente viable.
Tal vez estés pensando que en realidad, nada te impide subir todas las estadísticas al máximo y usar cualquier cosa que se te ocurra. Eso es verdad, pero como el resto de souls-like de FromSoftware, Elden Ring tiene un sistema de emparejamiento que orbita en torno al nivel de personaje (o soul level por influencia de los primeros): a nivel 60, no encontrarás invasores o aliados de nivel 20. La comunidad acostumbra a consensuar un nivel específico con el que preservar la actividad del juego, especialmente la del PvP. Hasta ahora, ese era el SL 120. A ese nivel, deberías tenerlo fácil para encontrar jugadores —o al menos, así ocurría en Demon's Souls y Dark Souls, títulos que no vendieron 12 millones de copias en un par de semanas— aunque también supone un reto porque te obliga a medir bien la progresión del personaje y elegir acorde con tus necesidades las armas, hechizos, armaduras y talismanes que lleva encima.
Es una parte fascinante del juego, y si no la conoces aún, seguro que te atrapa. Recuperando al marginado, todo sea dicho, este extra de libertad se "paga" con la obligación de subir más niveles que otras clases y empezando más despacio, pero creo que vale la pena de sobra y lo que es más importante, se disfruta más como jugador. Dicho esto, no hay nada malo en elegir otra distinta si es tu primer juego o sencillamente quieres ponerte manos a la obra lo antes posible, e incluso te recomendaría elegir el samurái si quieres derrotar al monstruo del tutorial y conseguir sus armas en el primer NG. Cuestión de gustos.