Cuando hablamos de superordenadores, lo más normal es que se nos venga a la cabeza una suerte de máquina que parece sacada de la obra de ciencia ficción más retorcida. Como si de equipos incomprensibles creados para tareas ocultas que se escapan a nuestro entendimiento se trataran, la idea popular de lo que es un superordenador quizás no sea la más precisa. No se trata de un solo equipo como el que tienes en tu habitación, pero una infinidad de veces más potente, no puedes jugar a Doom Eternal con resolución 32k a 500 FPS en uno de ellos.
Casi 2.000 PlayStation 3 usadas por el gobierno de Estados Unidos
Pero, ¿cómo definiríamos entonces un superordenador? Los supercomputadores son conjuntos de ordenadores muy poderosos unidos, llegando a utilizar muchísimos procesadores y unidades de procesamiento gráfico juntas para realizar las complicadas tareas que tienen por delante. Y es que, aunque su nombre pueda engañar y hacernos pensar que se parecen a nuestros queridos PCs, la realidad no podía ser más distinta. Para empezar el tipo de tareas que desempeñan es completamente distinta a lo que estamos acostumbrados, teniendo como objetivo realizar operaciones que los ordenadores normales simplemente no pueden llevar a cabo.
Contando con arquitecturas y hardware específico, están creados para realizar millones de cálculos por segundo, algo que es especialmente útil en el campo de la inteligencia artificial, la computación en la nube, el análisis de datos e incluso la medicina. Por poner un ejemplo reciente, la capacidad de análisis y simulación de datos fue una de las razones por las que pudimos conseguir una vacuna contra el Coronavirus en tiempo récord.
Otra diferencia muy grande viene en relación a su software. No vamos a ver superordenadores con Windows 10 u 11, sino que a día de hoy, una gran cantidad de estos equipos utilizan Linux como su sistema operativo. Eso sí, esto no significa que sean similares entre ellos. Al ser Linux un SO de código abierto, cada cual tiene una distribución única del sistema operativo que se ajusta perfectamente a sus necesidades, cada superordenador es diferente y está ajustado de manera muy, muy específica.
Condor Cluster, un equipo único y muy, muy barato
Con todo esto en mente, y ahora que sabemos que este tipo de terminales son la mar de únicos, toca echar la vista atrás y hablar sobre uno de los más curiosos que recuerdo. Hace poco más de una década que hubo uno de estos aparatos que se hizo muy famoso en el mundo gamer, y vino de la mano de las Fuerzas Aéreas de EEUU. Juntar más de 1.700 PlayStation 3 parece una locura, pero también fue real y consiguió formar parte del panteón de los superordenadores, siendo el 33º más potente del mundo.
¿Por qué crear un equipo de esta vital importancia usando cientos de PlayStations?
El Condor Cluster, como se llamaba el conjunto de 1 760 consolas de Sony, llegó a ser el supercomputador más potente del ejército estadounidense, y su razón de ser era muy importante. Se le encomendaron tareas cruciales, como mejorar los sistemas de radares de las fuerzas aéreas, procesar imágenes por satélite y participar en la investigación y desarrollo de inteligencias artificiales. Se trataba un proyecto la mar de ambicioso que llegó a resolver hasta 500 billones de cálculos por segundo, con lo que sorprende todavía más que fuese formado por consolas de videojuegos. ¿Por qué crear un equipo de esta vital importancia usando cientos de PlayStations?
Una pieza de tecnología comparable a la PS3 en cuanto a su potencia para procesar imágenes de alta resolución podía costar alrededor de 10.000 dólares en ese momento, algo ridículo si lo comparas con los 400-500 dólares que se pedía por una PlayStation. Al final, lo que importaba es que estos aparatos podían servir para procesar imágenes de alta resolución y eran muy, muy baratos. Por si esto fuese poco, su consumo energético era alrededor de un 90% inferior al de las alternativas.
"El precio total del sistema Condor fue de aproximadamente 2 millones de dólares, lo cual hace que sea entre 10 y 20 veces más barato que una alternativa de capacidades equivalentes", le contó Mark Barnell, el director de la división de computación avanzada del Laboratorio de Desarrollo de las Fuerzas Aéreas de EEUU al portal CNET en el año 2010.
Final y legado de un proyecto singular
Eso sí, la PS3 también tenía un as bajo la manga que, lamentablemente, también causó el fin del proyecto. Los primeros modelos de PlayStation 3 contaban con la habilidad de ejecutar Linux, uno de los mejores sistemas operativos de código abierto, gracias a OtherOS. Esta capacidad desapareció de las consolas en 2010 (citando problemas de seguridad), y fue el desencadenante del fin para el Condor Cluster. Si bien es verdad que las máquinas no estaban conectadas a la PlayStation Network y no podían recibir la actualización que retiraría OtherOS, había un problema muy grave: si una PS3 se estropeaba, las Fuerzas Armadas no podría conseguir otra que tuviese la función de Linux activada.
Lamentablemente, la vida del proyecto no fue muy larga
En cuanto al uso que se le dio, hay muy poca información al respecto. Sabemos que podía leer hasta 20 páginas por segundo y procesar todo el texto, incluso aunque faltase hasta el 30% del mismo, pero también que su vida útil no fue muy larga. Los avances en la creación de este tipo de equipos y los movimientos de Sony acortaron la vida útil de uno de los proyectos más curiosos jamás creados.
Pese a un final tan anticlimático, el Condor Cluster ha sobrevivido en el tiempo como una de las grandes curiosidades que rodean al mundo de los videojuegos. Al fin y al cabo, no siempre se habla de que la máquina con la que jugábamos a Uncharted fuese usada con motivos militares. Unos cuantos años después de todo esto, la propia Sony vio la oportunidad de rendirle homenaje al proyecto de una manera muy curiosa. En la película Chappie, estrenada en 2015 y dirigida por Neill Blomkamp, pudimos ver un curioso conjunto de PlayStations 4 conectadas entre sí que hacían referencia al Condor Cluster.
Supercomputación a día de hoy
Actualmente, los superordenadores han evolucionado para tener velocidades de computación exponencialmente más potentes. Con el Condor Cluster hablábamos de capacidades para hacer operaciones de 500 teraflops, a día de hoy uno de los equipos más potentes del mundo, puede alcanzar la friolera de 1 685 650 teraflops (o lo que es lo mismo, 1 685,65 petaflops), siendo 3 veces más potente que su predecesor y siendo el primer terminal que rompe la barrera de los exaflops.
Al final, todos estos números tan astronómicos no hacen más que evidenciar una cosa: este tipo de sistemas, aunque se llamen ordenadores, están muy, pero muy alejados de lo que nosotros denominamos con el mismo nombre. Un superordenador no te va a dar mejores resultados para jugar a tus títulos favoritos, editar vídeos o modelar en 3D, sino que está hecho para tareas muy específicas que se alejan de nuestra idea de la informática. Avanzando de una manera tan vertiginosa, esta tecnología es, sin lugar a dudas, clave para nuestro futuro, aunque sea de maneras de las que nosotros no somos conscientes.
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