Activision Blizzard y su CEO, Bobby Kotick, siguen siendo noticia, como era de esperar. Tras haber sido acusado de encubrimiento, acoso sexual y amenazas de muerte, la posición de Kotick se vuelve cada vez más insostenible y hoy, por fin, tenemos una respuesta directa hacia ello. El ejecutivo asegura que considerará dimitir, pero hay matices a tener en cuenta.
El viernes pasado nos hacíamos eco del incremento de presiones por parte de los trabajadores para destituir al polémico presidente. Desde la asociación A Better ABK, se había creado una carta formal en la que más de un millar de trabajadores (1786 ahora mismo) exigían el cese del directivo. Entre esto, la atención mediática, las huelgas y el peso de un grupo de accionistas, el CEO se ha visto obligado a reccionar más allá de su comunicado inicial.
Desde el WallStreet Journal hablan de que el empresario se reunió con altos cargos de Activision y Blizzard para abordar la situación. En esta reunión, Kotick afirmó que consideraría marcharse de serle imposible corregir los problemas internos de la compañía (acoso y abuso sexual, conductas tóxicas, denuncias, investigaciones y sangrado de talento). Esas palabras, eso sí, son bastante poco tajantes.
En el mensaje que se publicó el día 16, el CEO hablaba de incorporar normas de cero tolerancia ante los propios tipos de incedentes de los cuales él mismo se ve acusado. Esto hace que sus nuevas declaraciones, hechas, además, de puertas para adentro, se sientan carentes de peso, opinión compartida por gran parte del público en los debates online que esta nueva información ha originado.
Como bien se comentó en las reuniones, es lógico pensar que muchas personas no estarán contentas con lo que suceda hasta que el ejecutivo renuncie a sus funciones. Visto desde fuera, parece difícil que la situación se pueda solucionar, siendo Kotick una propia figura central del asunto. Recordemos que incluso pesos pesados de la industria, como los jefes de PlayStation y Xbox ya han mostrado preocupación respecto a lo sucedido. Demasiados frentes están abiertos y es lógico pensar que un punto de inflexión puede llegar pronto.