Los sucesores espirituales, casi lo que podríamos considerar como un subgénero dentro del videojuego, es un tipo de obra que normalmente queda eclipsada por eso mismo por lo que fue creada: rescatar lo mejor de un juego clásico que mantienen como pilar de su experiencia. No obstante, si echamos la vista atrás, podemos ver ejemplos claros como el primer DOOM de id Software, título que no solo creó escuela en 1993, sino que también fue sucesor espiritual de Wolfenstein 3D estrenado apenas un año antes; igual como lo hace Forgive me Father casi 30 años después.
Lo cierto es que di con esta obra de Byte Barrel de casualidad y se ha convertido en uno de los shooter más satisfactorios que he probado en mucho tiempo, un digno sucesor que cubre el espacio vacío que dejó id Software tras el frenético y crepuscular DOOM Eternal, y que ningún título ha conseguido llenar hasta ahora. Es cierto que puede parecer una afirmación algo extrema, no es la primera vez que vemos un shooter con estas características en el mercado, pero Forgive me Father juega en otra liga, una de juegos a las que le da igual qué contar o cómo hacerlo, incluso no se preocupa si no quieres saber nada de su historia, solo quiere que disfrutemos de su festival de balas.
Forgive me Father es frenético, de los shooter más ágiles que he probado. Si bien la obra de id Software está mucho más pulida en términos de movimientos y posibilidades del terreno —así como las posibilidades propias que nos da el “afable” doomguy—, este pequeño estudio no agacha la cabeza y se permite el lujo de competir en el mismo terreno que los más clásicos DOOM. ¿El resultado? Una vorágine de balas, sangre y enemigos desmembrados a lo largo y ancho de unos mapas con una muy acertada estética comiquera.
De hecho, casi en sintonía con el doomguy, cada uno de los dos personajes que podemos elegir —una reportera o un sacerdote, que da un toque diferenciador a esta obra— sienten cierta predilección por la escopeta y usarla no solo es el comodín perfecto, sino que apretar el gatillo es tan espectacular que no importa malgastar balas. Quiere que seamos dioses, unos intocables capaces de aniquilar decenas de enemigos sin despeinarnos. Es hasta poético, nos enfrentamos a fuerzas primigenias y devoradoras de mundos siendo incluso más violentos.
La banda sonora ha sido creada desde cero, con mimo y una admiración al compositor Mick Gordon espectacular
Todo esto acompañado por una música que es un deleite para los oídos. Nada menos que 76 temas musicales creados desde cero para emular el trabajo de Mick Gordon en DOOM con una banda sonora repleta de metal y rock. ¿Qué es la violencia más pura, desmedida y sin culpa sin música cañera? El trabajo de Byte Barrel es encomiable y soberbio en este aspecto. Cada secuencia de acción está acompañada por una guitarra eléctrica, una batería para engrandecer aún más la figura terrorífica en la que te conviertes y acompañar unas horas de juego divertidísimas.
Esa celeridad antes mencionada se traslada también a la premura por conseguir el mejor tiempo posible a la hora de completar los niveles. Todos y cada uno de los segmentos de Forgive me Father —a excepción quizá de las secuencias finales donde se complica la cosa— se pueden completar en menos de 10 minutos, y me parece encomiable que el estudio no quiera hacernos perder el tiempo.
Forgive me Father no quiere que malgastemos el tiempo, de hecho se preocupa mucho por nosotros y busca que una vez nos sentemos delante del ordenador, sea que tengamos 20 minutos o 1 hora, podamos completar una parte de su historia y acabar nuestra sesión de juego con una sonrisa en la cara. Esto, obviamente, puede suponer una hoja de doble filo. ¿Celeridad y satisfacción directa y sin cortapisas? Eso se traduce en corta duración, sí, pero Forgive me Father no necesita más de las 6 horas que dura para recomendarlo a viva voz.
Obviamente, no quería cerrar esta recomendación sin mencionar ese estilo visual único de cómic lovecraftiano que tanto atrae visualmente. Lo cierto es que aunque no hay que juzgar un libro por su tapa, Forgive me Father me atrajo solo por su apartado visual y me enganchó por lo jugable. Creo que si hubiera sido un juego de cartas o un walking simulator, algo completamente opuesto al shooter que es, el poder de unas imágenes que colindan entre ser un diorama de papel o un cómic en 3D ya habría valido la pena.
La obra del escritor de Providence impregna unos escenarios nauseabundos, claustrofóbicos, clásicos y violentos. Todo, desde el diseño de personajes hasta las armas —que podemos hacerlas evolucionar con añadidos salidos del mismísimo abismo lovecraftiano—, evoca aquellas historias de H. P. Lovecraft con un mimo espectacular. No esperaba encontrarme con un juego que dejara de lado las algo manidas historias RPG que tanto han adaptado al padre de Cthulhu, y se adentrase en el FPS respetando su universo de esta manera, pero Forgive me Father es, sin vacilar, el mejor juego de Lovecraft hasta la fecha.