Uno de los grandes bombazos de los Game Awards 2022 fue la presentación de Judas. Lo nuevo de Ken Levine, el creativo detrás de la aclamada saga Bioshock, desprende carisma y misterio a partes iguales, aunque es muy fácil ver sus incluencias. Pensando en él, está claro de dónde viene la parte superficial de su ADN, pero creo que no hay que quedarse con eso y bucear más en la obra de su autor para saber qué podemos esperarnos.
Y es que, sí, todo lo que vemos en el tráiler de Judas es tan absurdamente Bioshock que se siente hasta raro que no sea una nueva entrega de la saga (si obviamos el hecho de que un cuarto Bioshock está siendo desarrollado actualmente). Con esa carta de presentación en mente, es natural pensar que este es el "No-Bioshock" del "Tío de Bioshock". Pero Ken Levine es más que la saga que lo catapultó al mainstream actual, y un vistazo a dos de sus producciones anteriores puede darnos mucho por lo que estar emocionados, y aún más si tenemos en cuenta los puntos flojos de su último juego.
Puede que sea una opinión impopular, pero Bioshock Infinite es un videojuego con el que todavía tengo cuentas que rendir. Me pareció un juego con altos muy altos y bajos... muy, muy bajos. Un título que jugablemente no sabía decidirse a qué público pertenecía y que mezclaba sistemas a diestro y siniestro de tal manera que parecía más una lista de mecánicas de moda encargadas por la editora y menos una decisión consciente de un diseñador veterano. Si a eso le sumamos algunas flaquezas en su discurso, nos queda un título que, pese a entender por qué gustó, me parece que no era digno del CV de Levine.
La carrera del desarrollador lo ha llevado por muchos lados distintos. Desde ser productor de la 4ª entrega de la saga SWAT (ahora más o menos revivida con Ready or Not), hasta haber estado detrás de uno de los immersive sims más importantes de la historia, y al cual el resto de la obra de este creativo le debe mucho: System Shock 2. ¡Y ahí ni siquiera acaba la cosa! El primer Thief, juegazo de culto donde los haya, también llegó a ser lo que es gracias, en parte, al trabajo de Levine.
Si no has jugado a System Shock 2, puede que a día de hoy sea algo tosco, pero en su momento fue completamente revolucionario. La complejidad de su guion, con giros potentes, personajes memorables y un gran trabajo a la hora de crear una sensación de tensión constante a través de cómo estaba escrito su mundo, fue uno de los apartados que maravilló a la industria del videojuego y le dio fama al desarrollador estadounidense. Pero ahí no acababa la cosa pues, también se dedicó al diseño del título.
Acreditado como diseñador principal, System Shock 2 te permitía construir un personaje con una gran cantidad de opciones, algo que luego te desembocaba en interactuar con tus alrededores de una manera u otra. A día de hoy, estamos medioacostumbrados a ver eso a través de obras como Dishonored o Prey, pero System Shock 2, junto con el Deus Ex original, fue uno de los pioneros que afinó esa fórmula hasta crear algo verdaderamente increíble, además de convertirse en uno de los máximos exponentes del PC gaming. Tal es el poder del juego que inspiró el resto de su carrera.
Thief: The Dark Project, por otro lado, es menos complejo a nivel de diseño y de planteamiento, pero no por ello menos emergente y revolucionario. Levine aquí planteó las bases de lo que luego se convertiría en otro increíble clásico de Looking Glass Studio, siendo una de las dos personas encargadas de concebir el diseño principal del título (lo cual llevó a su jugabilidad immersiva y liberadora, alabada por respetar la imaginación de los jugadores y dando las primeras pinceladas a un medio del videojuego menos restrictivo), además del mundo en el que se creó la franquicia.
A la hora de abordar Bioshock y Bioshock Infinite, siempre hay algo que me he preguntado y es "¿cómo serían estos títulos si se hubiesen hecho a finales de los 90/principios de los 2000?". La sencillización que vino con la saga no es inherentemente mala, pero siempre me dio la sensación de que era producto de su tiempo, y las ganas de ver un nuevo "Shock" complejo siguen ahí, latentes. Esto es, en parte, lo que espero de este nuevo título.
Con esto en mente, pese a que tenga aún que reconociliarme con Bioshock, estoy muy emocionado por Judas. Ken Levine es uno de los creativos que más ha aportado al videojuego como tal desde los años 90 hasta ahora, y tiene las herramientas para convertir su nueva obra en algo verdaderamente nuevo. Personalmente, espero que más que otro Shock, sea algo como una reunión de influencias. Un juego más profundo que sus aventuras en Rapture y Columbia, y que permita una expresión del jugador más inteligente y orgánica. Desde luego, sé que él está equipado para todo eso y más, y recibiré su nueva creación con los brazos abiertos, pero también con las expectativas bien altas.