El análisis de Boomerang X bien podría ser uno de los más fáciles que han pasado por mis manos, porque el juego es muy corto y obedece al mismo patrón durante todo su recorrido: escenario de combate, un pequeño interludio con diálogos opcionales o tutoriales para introducir una nueva mecánica, y vuelta a empezar. Digamos que el juego no busca desviarse demasiado de lo que de verdad le importa: su frenética jugabilidad.
Por supuesto, aquí el protagonista real es el arma que da nombre al juego, una suerte de cuchilla giratoria que se arroja para cortar al oponente. Es la única pieza que compone tu arsenal durante todo el recorrido, y sé perfectamente que eso suena a poco. No nos engañemos: suena a poco porque es poco de verdad. Pero por supuesto, el equipo de DANG! compensa la falta de variedad con un delicioso sentido de la profundidad.
Todos estamos familiarizados con el concepto del boomerang, es un arma arrojadiza diseñada de tal forma que, al ser lanzada con destreza, regresa a manos del agresor. En el videojuego que nos concierne, la particularidad es más bien que puedes cargar cada tiro, traerlo de vuelta en el momento que quieras e incluso lanzarte hacia él en lugar de esperar que regrese hasta ti. Solo son unas pocas decisiones simples, pero el juego espera que las tomes muy rápida y eficazmente.
Creo que ahí radica la magia de Boomerang X, su personalidad, su encanto. Es pedirte que aciertes un tiro lejano cargado a un oponente que se teletransporta, y que lo hagas inmediatamente después de impulsarte para no caer al suelo, porque sabes que ahí abajo hay una marabunta de pirañas esperando que caigas para morderte. Lograr eso se siente de escándalo, es como el tipo de satisfacción que entraña acertar una granada de plasma en Halo o un cohetazo desde el aire en Unreal Tournament 3.
Intenso, pero también accesible
Tranquilidad ante todo, ojo, porque el juego no te pide que llegues hasta ciertos extremos si no quieres. En los primeros minutos desbloqueas una habilidad para ralentizar el tiempo, por ejemplo, que queda bastante cinemática y moderna (DOOM Eternal tiene una parecida, por ejemplo) para clavar de forma consistente esos tiros súper precisos que la mayoría de simples mortales solo acertamos de pura suerte. Dicho esto, es innegable que el juego tiene una curva de dificultad bastante acusada y que está orientado a un nicho muy específico de jugadores.
Quiero decir, la campaña de Boomerang X dura poco más de dos horas y aunque cualquiera se lo pueda pasar bien jugando, la idea no es ir corriendo a desinstalarlo de la librería de Steam, sino más bien tomar todo lo aprendido como un tutorial y luego dar un paso más allá. Si miras la lista de logros, verás que casi todos tienen que ver con batir el tiempo récord de cada nivel, completarlos sin ralentizar el tiempo en ninguna ocasión o terminar el juego en menos de una hora. Una fiesta del speedrunning, vaya.
Alternativamente, si no eres de esos que miran los logros de cada juego desde el primer día y luego se enorgullecen de tener su biblioteca al 100% —entiendo que la mayoría de lectores de 3DJuegos PC no hace eso, de todos modos— te alegrará saber que en realidad, el plato fuerte es el modo NG+, que es donde está la chicha. Si durante el recorrido principal sientes que cada nivel tiene otra sorpresa, un desafío nuevo y emocionante, aquí la cosa va más bien de estar a la altura de cada desmadre que se plantea.
Corto, pero hecho con mimo
Siendo honesto, a mí lo que más me ha gustado aparte de esa jugabilidad tan cuidadosamente medida es el diseño de los enemigos. De los mapas también, en menor medida, pero son los monstruos los que se llevan la palma. Hay una variedad bastante de criaturas en el bestiario y cada una se siente muy diferente de la anterior. Antes citaba algún bichejo que viaja por el mapa huyendo de ti y a las dichosas pirañas que se lanzan a por ti tan pronto como tocas el suelo, pero hay muchas más con ideas muy originales.
A mí se me ha quedado grabado en la mente un minijefe que tiene forma de rana, con dos puntos débiles que hay que romper para derrotarlo: uno está en la espalda y es fácil verlo a simple vista, pero el otro lo tiene en la tripa, escondido, y hay que esperar a que salte para poder verlo. Me pareció una idea inteligente por parte de los desarrolladores, porque todos sabemos que las ranas saltan, es una acción muy característica. Así que la ves ahí y deduces que va a saltar, y te fijas en ello, y es cuando ves el punto débil.
Sin tutorial mediante, ni entrada de un códice, ni nada: usando solo la lógica, DANG! consigue que entiendas a qué te enfrentas y cómo derrotar a tal cosa, sin apartar tu atención del resto de la contienda. Es solo el que más me ha llamado la atención, pero hay unos cuantos más de ese estilo, algunos de ellos verdaderamente espectaculares. Está claro que Boomerang X no es ningún despunte técnico, pero sabe evocar ciertas sensaciones (asombro, descubrimiento, apreciación, vértigo) que suplen de sobra esas carencias.
Un FPS diferente que vale la pena probar
Si parece que todo lo que he dicho del juego hasta ahora es positivo, es porque lo es: francamente, he quedado bastante contento con las pocas horas que me ha dado Boomerang X y sin duda se lo recomendaría a cualquiera con ganas de superarse en un FPS diferente. Como es lógico, eso no significa ni mucho menos que todo sea perfecto.
No veo del todo acertado que el juego se esfuerce tanto por contar una historia, pero ya que lo hace, podría usar métodos distintos al de los diálogos extenuantes. Opcionales, por suerte, pero largos y crípticos como ellos solos. Una posible solución sería aprovechar de forma más inteligente los interludios, escondiendo tal vez los corazones extra en lugar de regalárselos directamente al jugador. Y tampoco estoy del todo contento con los problemas que tiene para recordar mi mapeado personalizado de teclas.
Minucias. En resumidas cuentas, Boomerang X es un FPS orientado a la movilidad rápido y exigente, que cualquiera puede disfrutar pero está pensado para complacer a los que buscan superarse. Confiando únicamente en la habilidad personal, evita los vicios de otros muchos juegos: aquí solo tenemos una mecánica característica, muy bien definida; y dura lo justo y necesario para mantenerse fresco, desafiante e interesante. Acaba justo cuando se queda sin ideas, sin estirar el chicle más de lo necesario. Limpio, conciso y satisfactorio.