Si la cuestión de las 17.000 variaciones de final de Baldur’s Gate 3 te abruma, será mejor que te prepares, porque esta es la dinámica habitual que casi cualquier jugador de rol de mesa se encuentra en su día a día. Exageraciones aparte, el mundo se volvió loco cuando Larian Studios confirmó que su juego ofrecería una cantidad tan elevada de variaciones. Debemos entender, eso sí, que no es lo mismo final que variación.
Cuando hablamos del primero, estaríamos haciendo referencia a una cinemática y/o un conjunto de textos y decisiones narrativas muy distintas las unas de las otras. Cuando hablamos de distintos finales, el eje central de la conclusión no es la misma. Por el otro lado, cuando citamos a las segundas, es decir, las variaciones, esa ‘conclusión central’ es la misma, pero con pequeños cambios a su alrededor.
17.000 finales no son tantos si los ves desde otra perspectiva
Habiendo aclarado este punto, disponer de 17.000 finales en cualquier videojuego es una auténtica barbaridad. Pocos juegos —ahora mismo no recuerdo ninguno, pero seguro que lo hay— tienen tantos. Algo lógico si tenemos en cuenta que es un número simplemente abrumador. Es una cifra muy, muy importante que expresa la importancia de todas nuestras respuestas y decisiones. Probablemente, muy pocos jugadores coincidan de manera exacta. Al menos durante los primeros meses.
Luego la cosa cambiará, pero está claro que estas variaciones le dan mucha vida. Por eso nos parece algo tan interesante, divertido y emocionante. Siendo claros, es puro rol. Se nota, sin más, que Baldur’s Gate 3 se basa en Dungeons and Dragons, juego de rol de mesa con muchísimos años a sus espaldas. Ahora bien, cuando hablamos de finales, tanto la obra de Larian Studios como cualquier otro juego palidece ante las posibilidades que ofrecen los roles de mesa ‘tradicionales’.
Por supuesto, esto no quiere decir que uno sea mejor que el otro, o viceversa. Pese a ello, sí que es un hecho: 17.000 finales son pocos en casi cualquier juego de rol de mesa. ¿Y esto cómo es posible? Es simple: porque son infinitos y aleatorios. Todo depende de las circunstancias, por supuesto, pero el límite de cualquier partida de rol de mesa lo pone la imaginación.
En el mundo del rol de mesa los finales pueden ser infinitos
Cuando un DM, también conocido como narrador (es quien organiza la historia, controla los eventos, etc. en una partida de rol) plantea una historia, puede hacerlo de muchas maneras. Una de ellas es la de ofrecer libertad casi total a sus jugadores dentro de unos entornos predefinidos. Es decir, que se diseñan una serie de escenarios que, por suerte, no tienen que ser cerrados.
Poniendo un ejemplo fácil, un narrador puede diseñar una ciudad A y que sus jugadores, por cualquier cosa, decidan irse y visitar la ciudad Z.738 variación 3. ¿Se puede? Pues sí, porque muchas veces la gracia está en la improvisación. Así con todo. Teniendo esto en mente, creo que se puede entender —hasta cierto punto— porque 17.000 finales son ‘pocos’ en el mundo del rol.
Por supuesto, depende del juego, de las personas que participen, del propio narrador, de la imaginación de cada uno, etc. El caso es que como cada jugador es único, y cada narrador tiene sus propias maneras, las posibilidades son infinitas. Con esto en mente, podemos decir —válgase la redundancia— que el número de finales posibles es infinito. Nunca se sabe qué puede pasar. Una acción inesperada puede cambiarlo todo, al igual que una simple tirada de dados. Ahora bien, todo depende del narrador y de los jugadores, como ya he dicho. Al igual que las posibilidades son infinitas, puede darse el caso contrario: que sean muy pocas porque con ciertos asuntos no se quiere abrir la mano. Todo es posible.
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