Empecé a jugar a Final Fantasy XIV en 2017 y todavía no me he quedado sin cosas que hacer. Tras más de 4.000 horas de juego, hay rincones de este inabarcable MMO a los que todavía no me he aventurado. Aun así, si hay una cosa que me he esforzado en dominar son sus 20 clases de combate, las cuales he subido a nivel máximo. Entre todas ellas hay una que es especial, que no puede jugar con el resto y que rompe las propias reglas del MMO, y es de lo más divertido que he encontrado en todos los RPGs online que he probado. Esto es una oda al Mago Azul de FFXIV.
Y es que en Final Fantasy hay mucha variedad de clases, sí. Tienes tus tanques, tus healers, tus DPS físicos, de rango y mágicos, y dentro de ellos varias profesiones. Aun así, todas siguen más o menos un mismo patrón: cada X niveles desbloqueas habilidades y, cuando llegas a nivel máximo, tu objetivo es usarlas en el orden óptimo para causar más daño. Todo esto mientras estás constreñido por los límites de lo que tu profesión te permite hacer y siempre sabiendo que lo único que te diferencia de otros jugadores es tu habilidad y tu equipo. El Blue Mage no es así, no se parece al resto en absolutamente nada.
Siguiendo la tradición de la saga, esta clase aprende todos sus hechizos robándoselos a los enemigos. Una vez un monstruo te golpea con su ataque, debes derrotarlo y se lo robarás para siempre. Al contrario que otras profesiones que tienen un par de decenas de ataques y habilidades distintas, Blue Mage puede conseguir la friolera de 124 técnicas diferentes, y aquí es donde empieza la verdadera magia del asunto.
Para hacerte con todas estas técnicas vas a tener que pasar por el mundo abierto del juego, sus mazmorras, peleas de jefes y raids, habiendo más posibilidad de hacerte con ellas si vas en un grupo exclusivamente formado por Blue Mages. Una vez adquiridas, solo puedes usar 24 a la vez, lo cual le añade otra capa de complejidad al asunto: es la única clase de Final Fantasy XIV en la que es posible hacer builds de verdad en vez de variaciones de lo mismo.
Vale, pero, una vez tienes tu Mago Azul leveado y buildeado, ¿qué puedes hacer con él? Raidear, evidentemente, el endgame del juego, aunque de manera muy distinta. Dadas sus particularidades, los Blue Mages solo pueden jugar con otros Blue Mages, ya que pueden acceder a todos los roles a la vez y podrían romper el equilibrio real del juego. Las raids Savage del juego se convierten, pues, en un desafío por todo lo alto: enfrentarte a las peleas más complicadas con un grupo de 8 jugadores iguales va a obligar a que cada uno modifique sus hechizos para poder ir creando roles orgánicos y coordinarse de manera más compleja a lo que un grupo de raiders normal debería hacer.
Creéme cuando te digo que algunas de las experiencias más impresionantes de todo Final Fantasy XIV se esconden tras este reto que casi nadie quiere afrontar. La pelea de Brute Justice hecha con una party de 8 Magos Azules es una verdadera barbaridad, y gracias a la nueva actualización del juego, ahora Eden también es un nuevo objetivo a coronar. Con títulos y monturas exclusivas para quienes puedan triunfar, esta profesión "secundaria" esconde uno de los viajes que más he disfrutado de todo el juego.
Buscar lugares para subir nivel fuera de las instancias normales a las que los BLU no pueden acceder, pasar por un montón de peleas inusuales esperando ataques específicos, crear la build definitiva para cada escenario y conseguir recompensas inusuales del juego es una experiencia singular dentro de los propios MMOs, pero todavía más en Final Fantasy XIV, un título que cada vez es más y más cuadriculado. Desde luego, si planeas pasearte por Eorzea, es una de las piezas de contenido opcional que no puedo dejar de recomendarte y que espero que otros creadores de RPGs online estén teniendo en cuenta para sus próximos proyectos.