No hay ningún sector de la industria del videojuego donde sea más importante estar conectado con la comunidad que el de los videojuegos multijugador. Concretamente para los MMO, que son creados para vivir durante varias generaciones, con ejemplos de títulos que siguen activos tras décadas, poder tratar de tú a tú a los jugadores y cultivar un sentimiento de hermandad es una tarea importantísima que trasciende el propio acto desarrollar y jugar. El año pasado tuve el placer de acudir al Fan Festival de Final Fantasy XIV, mientras que estos días los he pasado disfrutando la fiesta del décimo aniversario de The Elder Scrolls Online, y ahora estoy más convencido que nunca de que parte del éxito de los RPG online pasa por crear fiestas donde la comunidad pueda sentirse en casa.
Los festivales de MMO, cada día más relevantes
Está claro que el ejemplo más conocido de este tipo de fiestas es la BlizzCon —aunque esta tiene más que ver con la propia Blizzard que con WoW como tal—, pero no es alrededor de esta comunidad el único lugar donde se celebra el fenómeno fan. Además de los ejemplos de Final Fantasy XIV y The Elder Scrolls Online, también tenemos otros grandes nombres que tienen su propia fiesta, como Path of Exile y Warframe. Dedicarse en cuerpo y alma un par de días a los jugadores no es algo tan extraño dentro del género, pero nunca dejará de llamarme la atención el cariño que se desprende en estos eventos.
Si nunca has acudido a un Fan Fest o el equivalente en otro juego, no son pocos los títulos que cada cierto tiempo organizan enormes eventos dedicados en exclusiva a los fans más devotos. Con conferencias que detallan el futuro de los videojuegos en cuestión, también hay posibilidad de ver paneles con charlas exclusivas de quienes hacen realidad estas aventuras detallando algunos de los procesos más intrínsecos del desarrollo, actividades temáticas de los MMO, conciertos oficiales, concursos de cosplay, e incluso posibilidades para saludar a grandes figuras de los videojuegos. Es toda una celebración de años y años de dedicación tanto por parte de los desarrolladores como por parte de la comunidad, y esto no podría darse con ningún otro género.
Porque sí, hay grandes fiestas para otros tipos de videojuegos, pero se suelen hacer bajo el contexto de la competición, de un mundial, más que de una celebración de la comunidad. Eventos como el EVO para los juegos de peleas o el Intel Extreme Masters para Counter-Strike o StarCraft no están tan alejados de los festivales de fans, pero a su vez hablan de algo diametralmente opuesto. Lejos de ser un diálogo entre desarrolladores y jugadores, son una platea para que sean los gamers quienes se alcen. Evidentemente esto no es malo, sino diferente, pero trae consigo una dinámica muy diferente. No hablamos de keynotes, de paneles, de miembros del equipo de desarrollo, de actores de voz… lo que queda ahí es el jugador por encima de todo. El campeón del mundo acompañado de alguna novedad, y es que se entiende que son entornos para la competición, para la excelencia relativamente individual.
Mientras tanto, en los MMO, hay todo tipo de jugadores. Los competitivos, los sociales, los amantes del raideo, los roleplayers… una gran variedad de ángulos igual de válidos y todos tienen cabida en las grandes celebraciones de los videojuegos. Quienes estén más metidos quizás disfruten de los paneles con los devs, mientras que unos jugadores más casuales tienen actividades y talleres en los que explayarse y pasarlo bien. En el Fan Fest de Londres del año pasado, de hecho, se hizo un evento paralelo creado unilateralmente por la comunidad para intercambiar pegatinas de los personajes de cada jugador. No estoy diciendo que esto haga mejor al Fan Fest que a la EVO, pero lo hace diferente, único, y por eso me gusta.
Cabe destacar que adoro ambos tipos de formatos, pero no puedo evitar pensar en las fiestas para fans como algo más personal, un puente entre grandes figuras como Naoki Yoshida o Rich Lambert con gente de a pie como tú y como yo.
Sí, ellos están en un escenario y yo en el público o en salas de prensa, pero en ese contexto, entre esas paredes, ambos somos importantes para los videojuegos.
Que todo esto sea posible en el contexto del MMO es gracias a las grandísimas trayectorias de las que estos presumen —mira Tibia, que lleva activo 27 años—, pues acaban creando un sentimiento de comunidad, de pertenecer a algo más grande que la suma de sus partes. No sé cuánto tiempo le queda de vida a Final Fantasy XIV, pero tras 7 años jugando, sé que, incluso después de cerrar, me voy a sentir jugador de FFXIV, y es por eso que estar en una celebración que reconozca a todos los presentes como ello tiene un lugar especial en mi corazón.
Los eventos de MMO no hacen que el género sea mejor que otros, ni mucho menos, pero sí que demuestran una de sus grandes fortalezas, el talante social que tienen. Ya seas raider, casual o jugador habitual, hay un espacio que te pertenece allí, y nada me gustaría más que ver todavía más eventos con este talante.
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