A comienzos de diciembre, Games Workshop llevó a tiendas un nuevo juego de Warhammer llamado Legions Imperialis, que se sentará en las estanterías al lado de Blood Bowl, Kill Team y otras cajas similares. Tiene una premisa muy buena de la que hablaremos un poco más adelante, pero también arrastra un problema claro: si quieres jugar en mesa, necesitas muchas cosas. El kit de inicio, de entrada, cuesta entre 130 y 170 euros, según dónde mires; sin contar con las unidades adicionales que quieras añadir a tu ejército. También te hace falta organizar sesiones con amigos, o trasladarte a establecimientos locales para unirte a sus eventos en horarios que no siempre están de tu lado. Y un largo etcétera de accesorios de diversa índole. Es un hobby fantástico del que he disfrutado durante años, pero a ciertas alturas de la vida, uno empieza a mirar los videojuegos como alternativa más rápida y asequible.
En Steam hay muchos juegos de Warhammer basados en «Fantasy» (ahora Age of Sigmar) y en 40 000. Legions Imperialis, concretamente, se ambienta en la era de «Horus Heresy» o sea, el trigésimo primer milenio de la historia de la Humanidad según el calendario de GW —o "30K" en la jerga comunitaria. Pero de las más de seis decenas de videojuegos futuristas de la franquicia, la gran mayoría de los cuales están disponibles en ordenador, ninguno cumple ni remotamente con lo que esperaba de ese producto original de mesa que me había llamado la atención. ¿Y de qué se trata? Simple: la jugabilidad del 40K tradicional, pero en la edad oscura y con escala épica. Nótese que en el mundillo de los wargames, "épico" es un tecnicismo y al igual que ocurre con Epic Warpath, el nuevo formato de WH abarca más vehículos de lo habitual en tamaño reducido y con miniaturas de 6mm que acomodan a múltiples entidades al mismo tiempo.
Probablemente, el videojuego más parecido a esto es Dawn of War, la mítica serie de Relic Entertainment; pero aquel es un RTS y su última entrega no estuvo a la altura de las expectativas. Su predecesor es sin lugar a dudas una de las mejores adaptaciones de Warhammer a nuestro medio, pero fecha de 2009 y los años no pasan en balde ni siquiera para esto. Por otro lado está el más moderno The Horus Heresy: Betrayal at Calth, que sí es de estrategia por turnos; pero aquel se diseñó más bien con la realidad virtual en mente y de hecho ya ni siquiera se comercializa en la plataforma de Valve (además, tuvo una recepción bastante discreta con un 46% de aprobación). Llegados a este punto, uno no puede evitar empezar a atar cabos y formular lamentaciones varias.
La difícil conversión de Warhammer a los videojuegos
Warhammer es, con diferencia, una de las licencias más prolíficas de los videojuegos: la generosidad de Games Workshop con su IP no parece conocer límites, y es habitual encontrar estudios de escaso recorrido o con recursos ajustados trabajando en conversiones más bien modestas de este universo —repetidas veces al año. Raro es el juego que pasa de reseñas de usuario "mayormente positivas" en Steam, y aún más difícil es encontrar cierta continuidad o lógica uniendo unos títulos con otros: hay mucho RPG táctico y estrategia por turnos, como es normal, pero su cercanía con los reglamentos oficiales de mesa es cuestionable cuanto menos.
En un año en el que Larian Studios ha ganado el GOTY con un Baldur's Gate 3 que opera siguiendo las bases de 5E que llevan ahí desde 2012, no puedo evitar decir "he visto lo que hacéis con Dungeons & Dragons, y quisiera lo mismo para Warhammer". ¿Cuál es la solución? ¿Cómo nos aproximamos al modelo de Wizards of the Coast? ¿Habrá una realidad alternativa en la que la experiencia original se mantenga virgen e impoluta en formato digital? No existe una respuesta absoluta a estas cuestiones porque ahí entramos en el delicado tema de los términos de uso de la licencia y los beneficios, pero en mi humilde opinión GW haría bien en oficializar o centralizar su línea de videojuegos con socios clave; tener un producto propio y en constante actualización, un poco en la línea de D&D Beyond o Magic the Gathering: Arena. Si esto fuese así, tal vez ahora mismo los curiosos de Legions Imperialis como un humilde servidor tendríamos una buena excusa para probar el juego sin pasar por los 800-1000 euros que cuesta montar un ejército de 3000 puntos y cuyo soporte a largo plazo es todo un misterio.
Está bien tener alternativas y dejar a nuevos estudios experimentar con la IP. Tal vez sea así como eventualmente encontremos el siguiente gran juego clave para el futuro de Warhammer, y admito que este grado de flexibilidad ha posibilitado juegos como Space Hulk: Deathwing o Warhammer 40 000: Boltgun entre otros; pero al final del día los nombres que parten el bacalao son Creative Assembly, Relic y (con Space Marine 2 en el horizonte) Saber Interactive. Ni que decir tiene que la consistencia ahí es nula, y el que quiere mantenerse actualizado con el juego de mesa, no tiene más remedio que acudir a la tienda más cercana, hacerse con el kit de iniciación y unos botes de pinturas y preguntar por los horarios y disponibilidad de las mesas.
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