El panorama de las tarjetas gráficas está, sin lugar a dudas, pasando por una época de transición. Con el anuncio y lanzamiento de las RTX 4000 de NVIDIA, las RX 7000 de AMD, hay un nuevo jugador en la partida: Intel. Con sus GPUs ARC, viene a ocupar un espacio clave en el mercado, pero hay que ir con cuidado con este nuevo proyecto.
Y es que las Intel ARC A750 y A770 están asediando el dominio de la RTX 3060, pero quienes quieran adoptar estas nuevas tarjetas tendrán que tener cuidado. Pese a que estamos acostumbrados pensar que las tarjetas gráficas son algo que conectamos a nuestros PCs y ya está, la apuesta del equipo azul tiene unos requisitos algo restrictivos.
Y es que, según ha apuntado el creador de contenido anglosajón JayzTwoCents, las ARC necesitan hardware relativamente actual para funcionar. Estas GPUs necesitan utilizar ReBAR o SAM, las implementaciones de Intel y AMD respectivamente de una tecnología que permite al procesador acceder a la totalidad de la memoria de la tarjeta. Esto es lo que permite que las ARC tengan el nivel de rendimiento que poseen.
El problema llega al ver cuáles son los procesadores que utilizan cualquiera de estas dos tecnologías. A groso modo, estamos ante CPUs Intel de 10ª generación en adelante y algunos Ryzen 3000 en adelante. Esto pone los requisitos de lo nuevo del equipo azul en una posición comprometida.
Teniendo en cuenta que estas tarjetas gráficas tienen un precio relativamente bajo, es hardware que probablemente vaya a comprar gente con equipos con precio relativamente reducido. Esta necesidad de tener procesadores que no sean muy viejos puede darle un disgusto a más de uno, o hacer que Intel, al final, pierda consumidores.
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