Y llegó el final. Tras más de 100 horas perdido en las Tierras Intermedias, terminé mi partida de Elden Ring. Un mundo enorme, cientos de jefes, combates memorables (y otros, no tanto, que nadie es perfecto), NPCs muy guays y quests más que interesantes fueron mis acompañantes durante casi un centenar de horas. ¿Y sabes lo que hice nada más acabar? Pues volver a empezar, claro.
Inmediatamente después de ver los créditos (e ir a Telegram para decirle a todos mis amigos "Heeeey, ¡ya me lo he pasado!"), decidí que tocaba hacer una segunda vuelta. En mi primera partida, como siempre que juego a cosas de From, construí mi personaje alrededor del combate cuerpo a cuerpo, así que elegí Astrólogo para este nuevo viaje. Quería probar a ser un mago puro y duro, armado única y exclusivamente con los hechizos que podía memorizar. Y, bueno, ya con eso en mente, desde el minuto 1 pude ver grandes diferencias.
Nada más empezar, me di cuenta de que esta partida iba a ser diferente por partida doble. No solo cambió mi forma de pelear por el uso de hechizos (algo que aproveché para ir a por el Centinela Agreste nada más terminar el tutorial y vengar a mi compañero Alberto), sino que el propio conocimiento del juego ha hecho que lo disfrute de maneras distintas.
Lo más evidente de todo es saber dónde están los lugares importantes, como los NPCs de Necrolimbo o los jefes clave a derrotar, pero la cosa no acaba ahí, ni mucho menos. En mi primera partida, tardé bastante en aprovechar el crafteo, una gran cantidad de los objetos utilizables y el vial de médika milagrosa, y esta vez han sido poderosos aliados en mi aventura como mago.
¿Sabías, además, que no tienes por qué pelear contra Godrick para acceder a Liurna? Yo en mi primera partida no, ahora he decidido pasar un poco de él y seguir mi camino, solo por ver qué cosas cambian. Eso, y por volver a por ese jefe estando absolutamente roto y poder humillarlo un poquito, vaya. Son pequeñas cosas que Elden Ring te permite hacer para variar tu experiencia. El mundo abierto da unas posibilidades la mar de interesantes.
La verdad es que me sentía el rey del mundo. La gran mayoría de los recovecos de las Tierras Intermedias ya no eran oscuros secretos, sino pequeñas paradas para mi camino hasta la victoria. El juego que tantos dolores de cabeza me había dado antes no era más que un patio de recreo para probar cosas nuevas, era imparable. La magia es poderosa, sí, y en según qué combates puede convertirse en algo mucho más letal que una espada. Pero no todo podía ser así de fácil y, entonces, me topé con una lección de humildad.
Sí, me sabía el juego, pero como espadachín. Si bien es verdad que tenía idea de dónde encontrar algunas cosas que me servían para mi build de magia, no le presté especial atención a las cosas que no iba a usar durante mi primera pasada, y eso ha tenido consecuencias que me han hecho echar de menos a mi querida Claymore.
Al ir a zonas más difíciles, como Raya Lucaria o la mansión de Caria, me encontré con que tenía que adaptar todo mi estilo de juego. Ya no valía el ir a por los enemigos con la espada por delante, hacerles mucho daño y repetir. Tenía que pensar en mis recursos y en mantener las distancias. No creo que jugar a magias sea más difícil, creo que simplemente no soy especialmente buen hechicero, y el periodo de adaptación tuvo momentos fáciles y otros bastante duros.
Eso sí, una de las cosas que más me sorprendió y que no me había planteado fue lo mucho que cambió mi relación con los viales de cura. En mi partida cuerpo a cuerpo, la cosa era sencilla: tenía X número de pociones y, si me pegaban, me curaba. Fin, no hay más. Pero ahora, siendo un mago puro, las cosas cambiaban.
Como sabrás si has usado un personaje mágico en este juego (o incluso en Dark Souls 3), es responsabilidad tuya ver cuántas pociones de vida y cuántas de magia vas a tener en tu inventario. Cuantas más tengas de unas, menos tendrás de otras. Si bien al principio esto fue algo que utilicé a mi favor en algunas peleas, pronto se convirtió en otro elemento más en el que fijarme (y la lista solo seguía creciendo). Sobre todo al comienzo de mi aventura, cuando decidí priorizar daño por encima de todo, las peleas se convirtieron en estimaciones de cuántas lágrimas cerúleas iba a necesitar, cuántos hechizos podía permitirme fallar y cuántos golpes podía llegar a recibir antes de quedarme sin recursos.
Si bien mi partida como guerrero fue dinámica y movida, ser un mago puro me pidió ser frío y calculador. Ya no valía el confiar en que me salvasen los reflejos, tenía que organizar bien mis recursos, ser consciente de que mi barra de vida no era tan interminable como antes y ser consciente de que malgastar ataques podía ser la diferencia entre perder y ganar independientemente de mi muerte. Son unas condiciones duras que aceptar, pero para una segunda pasada, con todo el conocimiento que traía encima, me parece una manera óptima de elevar un poco el nivel de exigencia de Elden Ring.
No me metería a valorar si esta experiencia ha sido mejor o peor que mi run original, pues han sido muy, pero que muy distintas. Mi primera vez en Elden Ring se sintió fresca y enorme gracias al mundo abierto y mi desconocimiento total de él. Por otro lado, en mi nueva vuelta he sentido el juego más familiar y con más conocimientos para experimentar. Eso sí, en ningún momento he sentido que esta segunda visita a los lugares inhóspitos que presenta FromSoftware se haya sentido aburrida o repetitiva, sino todo lo contrario.
Dar una segunda vuelta al juego es casi como jugar a Dark Souls 4. Sí, el mapa tan enorme del juego sigue ahí, pero ya no se siente tan vasto. Es como un pequeño trámite entre zonas que sirve solo para albergar las paradas pendientes que tengo en mi lista mental. Puede que esto haga que la experiencia sea algo menos Elden Ring, pero también le da un atractivo nuevo al título. En vez de quedarse cojo, solo se siente distinto, cohesionado.
Creo sinceramente que, con todo el contenido que tiene Elden Ring y todo lo vasto que puede ser, una sola partida no es ni remotamente suficiente como para poder juzgar el conjunto de lo que ha creado FromSoftware. Pasar de explorar a saber a dónde debo ir mientras que me tenía que adaptar a un tipo de combate completamente distinto me ha dado una perspectiva muy diferente a la que tenía mientras estaba realizando mi primera aventura en las Tierras Intermedias.
Si estás a punto de terminar tu juego (o si ya lo has hecho), te recomiendo que pienses en echarle más horas a este action RPG. Cambia un poco tu estilo, prueba cosas nuevas y quizás descubras que hay aún más escondido y por disfrutar en uno de los juegos de rol más masivos que he visto en años.
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