¿Te imaginas vivir una aventura en la que eres nadie y, al mismo tiempo, lo eres todo? Aunque pueda parecer raro, hay juegos que te permiten moverte entre ambos mundos con relativa facilidad. Uno de ellos es Nobody Saves the World, una de las experiencias más raras que he tenido el placer de probar a lo largo de los últimos años. Y si te suena raro... Pues será mejor que te abroches el cinturón, porque esto es solo la punta del iceberg.
A fin de cuentas, en el particular RPG de DrinkBox Studios interpretaremos el panel de un ser sin rostro y sin ningún rasgo apreciable más allá del tono papel de toda su fisionomía. Por eso somos nadie, pero es que la cosa no se queda ahí, pues, al obtener cierto poder, adquiriremos la capacidad de transformarnos en un sin fin de criaturas, desde un culturista cuya fuerza procede de "pociones mágicas", un mago con más cara que espalda, un caballo con muy mala leche, una babosa con más recursos de lo que cabría esperar o un dragón.
Nobody Saves the World, un juego de rol poco convencional
Como ya habréis podido inferir, lo hace desde la parodia, el humor y la absurdidad. En efecto, Nobody Saves the World es un RPG en el que no hay que buscarle la lógica ni el sentido a nada, pues no tiene ninguna de las dos. Lo único que necesitas saber es que cada transformación, y ya te aviso que dispondrás de más de una decena, te otorgará distintas capacidades, tanto de combate como de exploración. Así pues, adoptar la forma de un ratón puede ir más allá de morder a tus enemigos, pues tal vez solo él te permita llegar a un lugar que de otra manera estaría cerrado.
Consecuentemente, se trata de un título tan absurdo como versátil en el que cada escena y cada diálogo tienen la capacidad de arrancarte una sonrisa traviesa de pura diversión. Esto provoca que podamos hasta subestimarlo, puesto que a simple vista parece un juego estúpido que solo quiere destacar gracias al humor. Nada más lejos de la verdad. Esto lo podemos ver, por ejemplo, en esa misma versatilidad de la que ya os he hablado, pues aparte de las transformaciones, tendremos más de 80 habilidades que podremos combinar de maneras muy distintas.
Todo ello mientras recorremos un mundo que me recuerda mucho a otros grandes indies como Don't Starve Together o The Binding of Isaac, pero por lo extravagante. Las direcciones artísticas son muy diferentes, pero todos ellos comparten esa extraña esencia que resulta imposible adscribir a un estilo concreto. Podría decir que me recuerda a ciertos tebeos o cómics, que me hace pensar en Cult of the Lamb e, inclusive, en el mítico episodio de Stanley el Macabro, de Los Simpson.
Con todo esto sobre la mesa, queda muy claro que Nobody Saves the World destaca por ser un juego bastante diferente a lo habitual. No obstante, tiene algunas otras cosas que ofrecernos. Por ejemplo, sus creadores son perfectamente conscientes de que una vicisitud a la que se enfrentan los amantes del RPG es que, al mejorar, ciertas zonas se les quedan pequeñas. Bueno, pues aquí las mazmorras no solo se crean de manera procedural, sino que progresan con nosotros, haciéndose cada vez más difíciles a medida que nosotros somos más fuertes.
Lo interesante es que podremos disfrutar de todo esto tanto solos como en compañía de un amigo, pues incluye modo local con pantalla partida y a través de internet. De la misma manera, sus creadores que el endgame a veces es tan importante como la propia aventura, siendo este el motivo por el cual diseñaron allá en su momento un calabozo infinito del nivel más alto para que podamos explorar mil rutas de juego diferente mientras experimentamos con nuestras habilidades.
Y si queremos todavía más, pues el nuevo juego + es otra manera de redescubrir su peculiar sentido de la estética. Como habréis podido inferir, lo cierto es que Nobody Saves the World me gusta mucho, aunque es verdad que puede parecer algo caro para ser un indie. Su precio base es de 24,50 euros, mientras que el del pack completo con sus dos DLC sube hasta los 31,68 euros. Personalmente, pienso que merece la pena, pues ofrece no pocas horas de contenido, pero al final esto lo digo desde la perspectiva de alguien que le ha dado mucha caña durante bastante tiempo.
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