Las cosas no siempre van como queremos. Esto es algo que Baldur's Gate 3 me ha recordado. Y a las muy malas, todo sea dicho, porque no me la he visto venir. Antes de comenzar, eso sí, me gustaría ofreceros una advertencia: el presente tema contendrá spoilers de la trama principal de un personaje en concreto con relación al final del juego. Repito: habrá spoilers. Quiero dejarlo muy claro.
Quien avisa no es traidor. Dicho esto, hoy quiero hablaros de la que, sin duda alguna, se ha convertido en una de mis compañeras preferidas. Me refiero a Karlach, una tiefling que me ha enseñado a verle el lado bueno a la vida sean cuales sean las circunstancias. Bueno, eso y que casi todo se puede arreglar de un buen puñetazo. Por desgracia, en ese «casi todo» no podemos incluir su motor infernal.
Este personaje de Baldur's Gate 3 no se merecía un final así, pero es lo que nos toca vivir
Como muchos de vosotros ya sabréis, Karlach fue traicionada cuando apenas era una jovencita. Por culpa de esto tuvo que pasar 10 años en Averno al servicio de Zariel. Como tal, se convirtió en una de las guerreras más destacadas de la Guerra de Sangre, mas no era lo que ella quería. Por desgracia, no tuvo elección y, entre otras cosas, acabó con un motor infernal como corazón.
Desde el principio del juego, tanto esta como otros personajes nos advierten de que no tiene arreglo. Dammon, un herrero tiefling de rasgos infernales es capaz de hacernos un apaño, pero es temporal. Tal y como él mismo nos advierte, si Karlach no regresa a Averno, morirá; su motor no está preparado para este plano, por lo que acabará estallando.
De buenas a primeras, es fácil inferir que podremos hacer algo. En mi caso, me creí que habría alguna alternativa después de encontrar una versión mejorada del Hierro Infernal, el material con el que reparé (temporalmente) su motor. Esto, junto con la subtrama de la forja gordiana y el hecho de que los robots de la ciudad la confunden con uno de ellos y le indican que vaya al taller "para que la arreglen o desmonten" me hizo tener esperanzas.
El juego nos da pistas, pero no son reales; las interpretamos así porque nosotros queremos, pero no hay misión alguna
Por desgracia, no las hay. A medida que avanzamos, no investigamos el tema. Se queda ahí, sin respuestas, aunque debo decir que esto me parece algo raro. Aunque no haya solución alguna, me parece extraño que no le dediquemos nada tiempo. Simplemente, no hay cadena de misiones. O al menos yo no la encontré. Sea como fuere, no vi ninguna referencia en casi 100 horas de partida. No me encajaba. No obstante, luego recordé que esto es un juego de rol y que no todo tiene que tener —siempre— un final feliz.
En el caso de Karlach, no podemos arreglar su motor. Al final de la historia se nos plantean ciertas opciones. Una de ellas es dejarse consumir y marcharse con el recuerdo de su hogar. Otra, convencerla de que vuelva a Averno. También hay otras, pero de esas no diré nada. Por si acaso. El caso es que ninguna de las respuestas es demasiado bonita.
El suyo es un final agridulce que puede ser algo más triste o más alegre según las circunstancias. En todas ellas, sin embargo, siempre hay un «pero» bastante doloroso. No podemos reparar su motor ni devolverle el corazón, así que tenemos que intentar buscar otra alternativa que no gustará del todo a nadie. Y si hay alguien que no se merecía algo así, esa era Karlach. Tristemente, Baldur's Gate 3 nos enseña que las cosas no siempre salen como queremos, por lo que hay que adaptarse.
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