Diablo Immortal no es mal juego; tampoco es uno incomprendido. La IP de Blizzard no se ha topado con ese fuerte contingente de jugadores reacios a continuar jugando por ser un título difícil de entender, sino por lo que suponen sus microtransacciones. Este es el tema principal de debate, las políticas monetarias in-game y que aunque parecen estar llevando la IP por el camino de la amargura, Blizzard se está haciendo de oro.
No obstante, el medio estadounidense Vice pone el foco muy acertadamente en otro problema: la autorregulación del videojuego. La extensa publicación de Trone Dowd pone el ojo en cómo la situación actual del juego, que se ha convertido en un saco de boxeo para la comunidad de jugadores, no se corresponde con los millones de dólares en ingresos que está recibiendo el estudio estadounidense.
De hecho, eso se debe a que el videojuego se autorregula sin necesidad de intervención por parte de ningún gobierno o entidad ajena al estudio desarrollador. Si bien países como Holanda o Países Bajos han prohibido el juego como ya lo hicieron el pasado febrero con Lost Ark, el videojuego en Estados Unidos ha logrado una suerte de blindaje respecto a la capitalización de ganancias con las microtransacciones.
Según palabras de Keith Whyte, director ejecutivo del Consejo Nacional sobre los Juegos de Azar, "la situación con Diablo Immortal está perjudicando la autorregulación general porque requiere no solo un grado de moderación de la industria en sí, sino la confianza del público y de los reguladores potenciales. Juegos como este, socavan la confianza pública y regulatoria no solo en la empresa, sino en la industria en su conjunto”.
Pero, ¿por qué argumenta la necesidad de una intervención estatal del gobierno estadounidense? El gobierno federal ha dejado la responsabilidad de cómo manejar los peligros financieros potenciales de las microtransacciones a los estados, lo que ha llevado a una problemática que aborda los intereses económicos de cada uno. El medio anglosajón añade que "no quiere decir que la industria de los videojuegos esté financiando candidatos, pero el sistema político de EE. UU. está moldeado dramáticamente por la industria y el dinero de intereses".
Antes de una intervención del gobierno del país donde residen la mayor parte de estos estudios de desarrollo, Vice aún guarda ciertas esperanzas en que esa autorregulación se estabilice y demuestre que el videojuego puede tomar medidas. Sea como sea, los ingresos astronómicos que ha recibido Blizzard parten, en muchas ocasiones, de la necesidad de los jugadores por bromear con estos asuntos. Varios jugadores han compartidos sus ingentes inversiones en el juego para conseguir ciertos ítems solo por ver hasta dónde llegan las microtransacciones, lo que habla mal también de la comunidad.
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