Recientemente, tuve ocasión de probar un nuevo JRPG bastante interesante. Se llama Chained Echoes, está en Steam, y las reseñas de usuario apuntaban a visita obligatoria con un 91% de valoraciones positivas. Los números se repiten en Metacritic, de hecho. Eso no tiene nada de extraordinario por sí mismo (un indie que ha gustado al personal, pues ya está, ¿no?) aunque en este caso específico me ha llamado la atención comprobar que el motivo por el que está teniendo éxito es que es una especie de "carta de amor a los clásicos" de NES, SNES, PSX, Dreamcast... te haces a la idea. Y eso es meterse en terreno pantanoso.
Digo pantanoso porque el incuestionable convenio público videojueguil dictamina que Chrono Trigger es una obra maestra —me limito a exponer, no a cuestionar—y claro, meternos en comparativas entre unos y otros son palabras mayores: en ese terreno, manda Square. Pero la cuestión es que tras unas horas de juego, debo unirme a la voz de las masas: Chained Echoes no solo está bien por sí mismo, sino que también demuestra haber comprendido el carisma de sus semejantes (metiendo un poco a Xeno en la conversación) al unir monstruos con mechas.
La situación de los JRPG clásicos en PC
Creo que eso es muy importante porque existe un nicho de fans de los JRPG legendarios de los 80 y los 90 que viven una situación extraña cuanto menos. Piensa, por ejemplo, en cuántos de esos juegos figuran ahora mismo en el catálogo de Steam, o en qué condiciones han llegado. La colección de Dragon Quest I, II y III está ausente; mientras que Dragon Quest 3 HD-2D Remake no está ni confirmado. Chrono Trigger sí está ahí, pero es la problemática versión de móviles. Del mítico Secret of Mana nos ha llegado solo la remasterización 3D del 2018, cuyos gráficos convencieron a pocos.
Ahora mismo, Square Enix más o menos ha demostrado cierto entendimiento de las necesidades de su público con los ports de Final Fantasy I, II y III; e incluso metería en la lista las remasterizaciones de Romancing SaGa que han corregido buena parte de los problemas que tuvieron de estreno. Pero lo que más me interesa del editor es que a día de hoy sigue lanzando títulos 100% nuevos basados en las tendencias artísticas y jugables de aquella edad de oro del rol nipón, con juegos como Octopath Traveler o Triangle Strategy... independientemente de que salgan bien o mal.
¿Cómo encaja Chaining Echoes en ese panorama?
El gigantesco editor no solo mueve la mayoría de IP clave del momento, sino que además tiene más bien poca competencia. Chained Echoes no es solo "una carta de amor a los JRPG de época" sino que además es una aventura debutante, con todo lo que eso conlleva. Personalmente, agradezco mucho tener guardado automático en algo similar a las obras que venía mencionando hasta arriba; o gráficos pixel-art que no necesitan de un televisor CRT para lucir bien, movimiento en ocho direcciones, algunos scripts que no podrían haber ocurrido en hardware antiguo y una miríada de ideas similares que solo ocurren en tiempos contemporáneos.
El punto al que quiero llegar es que sienta genial tener algo de sangre fresca en un mercado tan asentado como el que nos atañe, donde todo parecía estar inventado y solo quedaba hueco para discutir acerca de si eres más de Phantasy Star o de Shining. Chaining Echoes imita a todos esos, es lo que aspira a ser; pero no está encasillado en las limitaciones ajenas. Matthias Linda, el único desarrollador que firma el programa, demuestra tener un buen entendimiento de las cosas que tienen que cambiar para seguir moviendo ese nicho adelante. Y no es solo una cuestión técnica, sino también artística; afecta a cómo está diseñada la campaña principal.
Sin ánimos de arruinarle la historia a nadie —es una de esas que mezcla la política de reinos fantasiosos con la magia y la fantasía de formas imposibles— la secuencia de introducción deja claro cómo incluso un juego anclado en los tropos de hace tres décadas es capaz de sorprender visualmente ilustrando un campo de batalla con explosiones, armaduras voladoras y toda clase de trucos de cámara de esos que uno solo espera ver en los momentos más especiales. Es un momento diferente, poderoso; una forma genial de abrir la historia por todo lo alto. Oh, y tiene un bonus: su mecánica de combate estrella mola mil.
De la misma manera en la que Bravely Default quiso hacernos pensar en cómo extender los combos y exprimir cada turno al máximo, Chained Echoes hace los deberes con la gestión de habilidades. A grandes rasgos, te pone en bandeja de plata todo lo que necesitas para unir las tácticas únicas de cada personaje; pero te penaliza aumentando el daño entrante si abusas de ellas: es lo que en primero de desarrollo de videojuegos (inventado) llaman balancear riesgos y recompensas, que teóricamente es donde está la clave de la diversión. Y es divertido, sí, bastante; lo suficiente como para atraparte durante una treintena de horas mientras entrelazas combos de habilidades y magias.