Steam Deck, esa suerte de ordenador con corazón de consola portátil, lleva poco más de un año y medio entre nosotros. Durante ese tiempo hemos tenido margen más que suficiente para comprobar que, en efecto, es un pequeño monstruo del entretenimiento con grandes capacidades y algunas virtudes muy interesantes.
Entre ellas, por supuesto, podemos destacar la posibilidad de cambiarle el sistema operativo. De hecho, es esta peculiaridad la que, a la fuerza, nos recuerda que la Steam Deck no es una consola al uso. Hablamos de un ordenador. Uno un tanto extraño, pero un ordenador. Tanto es así que no solo podemos disfrutar de ella como una plataforma para disfrutar de nuestros videojuegos preferidos en cualquier parte, sino que hasta se puede usar como un PC sobremesa.
Es bien sabido por muchos que la consola es perfectamente funcional con Windows 10 o Windows 11, por ejemplo, pero… ¿Merece realmente la pena? Pues lo cierto es que no existe una respuesta clara, ya que este tipo de consideraciones tienen un carácter muy intimista. Es decir, que va con cada uno, aunque mi opinión al respecto es muy clara: no.
No merece la pena cambiar el sistema operativo de la Steam Deck
Siendo completamente sincero, considero que cambiar el sistema operativo de Steam Deck no merece la pena. Al menos para mí, ya que la experiencia no fue del todo satisfactoria; sentí que estaba perdiendo más que ganando. Aparte, si buscamos una 'consola portátil' con Windows, Steam Deck tiene un nuevo rival mucho más portátil y potente. A fin de cuentas, ha sido diseñada para funcionar específicamente con ese sistema operativo.
Steam Deck no. Aunque es completamente compatible e instalarlo no es tan complicado (según quién), las diferencias de rendimiento son evidentes. En las pruebas que yo mismo realicé, no solo sentí que era una suerte de ordenador venido a menos, sino que los juegos iban un peor. Esto es algo lógico si tenemos en cuenta sus especificaciones. No es una crítica a la Steam Deck, ni mucho menos.
Es una simple conclusión que, en realidad, se basa en la lógica. Steam Deck ha sido diseñada específicamente por Valve para funcionar con SteamOS, su sistema operativo nativo. Por lo tanto, es lógico que haya sido optimizada para funcionar a su máxima capacidad con el susodicho SO. Al cambiar a Windows, la tasa de frames de algunos juegos se derrumbó.
Por ejemplo, cuando estuve jugando a Divinity 2 con SteamOS, la media de frames por segundo nunca fue inferior a los 40. No obstante, cuando lo probé con Windows 11, no solo era menos estable, sino que llegué a tener bajones de hasta 20 FPS. Jugar era simplemente menos divertido y menos satisfactorio.
La curiosidad no mató al gato, pero habría sido mejor quedarme quieto
Ahora bien, cabría preguntarse si merece la pena hacer el cambio, planteándolo como ordenador en líneas generales y no como consola. Tampoco. Desde mi perspectiva, no merece la pena. Aunque Steam Deck puede cumplir con nuestros estándares de calidad y nuestras necesidades de buen grado como PC, el cambio a Windows 11 no le sienta bien cuando queremos usarlo como portátil.
Siendo parco, es mejor tener un ordenador portátil (válgase la redundancia) que una Steam Deck. Sobre todo porque cambiar a Windows 11 significa eliminar de la 'consola' SteamOs y algunas de sus funciones más importantes, como el modo dual. Con Windows, el cambio entre modo consola y modo pc no solo es más incómodo, sino que funciona peor.
Por su parte, si mantenemos el SteamOS como nuestro SO, podremos alternar muy fácilmente entre sus diferentes modos al tiempo en que aprovechamos todas las funciones de la 'consola' de manera nativa. Aparte, a la hora de instalar cualquier tipo de actualización, Windows es un sistema incómodo en la consola de Valve. Es menos intuitivo y puede ocupar demasiado espacio.
En resumen, cuando hice el cambio a Windows para probarlo, no solo empeoró el rendimiento, sino que además sacrifiqué espacio de almacenamiento y algunas funciones. Bueno, y a mí me pareció fácil hacer el cambio de SO, pero también es verdad que no es tan fácil como parece. Así que no, no merece la pena cambiar a Windows en una Steam Deck.
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