¿Alguna vez habéis echado horas y horas a un juego, para luego daros cuenta de que ni siquiera habéis completado un tercio de la historia principal? Eso, amigos míos, es culpa de los minijuegos. Sí, puede que muchos me digáis que soléis "perder el tiempo" en misiones secundarias aquí y allá, pero no me digáis que no os habéis sentido muy tranquilos jugando a esos pequeños pedacitos interactivos del demonio capaces de robarnos horas y horas.
Los minijuegos forman parte del videojuego como medio de entretenimiento desde casi sus orígenes y, con las posibilidades que ofrece el hardware a la hora de hacer los mundos más y más grandes, estos han cogido importancia. Puede que en una aventura mucho más narrativa y lineal, un juego menor dentro de una experiencia AAA de tomo y lomo no sea lógica, por ello los minijuegos parece que han quedado relegados a los sanbox. Por ello, hoy quiero rescatar el por qué de su inclusión y, sobre todo, aquellos con cierta chispa y diversión profunda más allá de una simple excusa para "meter horas".
Minijuegos con una personalidad única
GWENT - The Witcher 3
Si pensamos en una personalidad única y en un por qué económico, GWENT es la respuesta más clara y directa. Un mini juego de cartas adictivo, profundo y con tanta importancia para las buenas gentes del Continente, que hizo a Geralt de Rivia olvidarse de Ciri por un tiempo, y a nosotros de que existía algo más que este minijuego. Tal fue su importancia que hablamos de un producto interesantísimo que no debía quedar relegado a una pequeña experiencia y se convirtió en un juego con todas las de la ley.
Pocket Circuit - Yakuza 0
La saga Yakuza de Toshihiro Nagoshi es excentricidad pura y dura, por ello cuando te enteras de que hay un minijuego "a lo Scalextric", las conocidas carreras en miniatura, la sensación es de poca sorpresa y a la vez curiosidad. Pocket Circuit no ha tenido una trayectoria amplia. Fue introducido en Yakuza 0 en 2015 y de ahí a Kiwami, pero su mezcla de personalización y lo absurdo de ver a un jefe de la Yakuza en un ambiente distendido, nos han hecho querer pasar más horas ahí jugando.
Quebrantahuesos - Cult of the Lamb
El último bombazo indie del año, Cult of the Lamb, también esconde un minijuego una vez completamos el tutorial. Quebrantahuesos es una mezcla juego de dados y estrategia donde podrás a pasear tus Monedas y apostarlas en todo momento. Dicho así, suena muy simple y poco adictivo, pero hablamos de un minijuego con su aquel que mezcla cierto toque de Blackjack al tener que alcanzar un número más alto que el del contrario a la vez que sumamos, dividimos, restamos y eliminamos los dados coincidentes del oponente. Sí, suena complejo, pero es adictivo.
Tales of Tribute - The Elder Scrolls Online
Volvemos a las cartas y dejamos los dados y las sumas a un lado. Parece que los naipes se llevan "de vicio" con el videojuego y un MMO como TESO no podía quedarse atrás a la hora de ofrecer un entretenimiento ajeno a la historia de su mundo. La base jugable es muy similar al GWENT, con un mazo de cartas con números y habilidades, pero hay un elemento diferenciador claro: los Patrones. Éstos actúan como mazos, pero hay un pequeño giro y es que ganar el favor de todos los patrocinadores es una de las condiciones para ganar. Eso sí, al contrario que el resto de la lista, las "peleas" serán contra NPC o jugadores reales, lo que marca la diferencia.
Pip Boy - Fallout 4
Tener un Pip Boy es algo que muchos querríamos, y de lo que pudimos estar cerca gracias a la Edición Coleccionista de Fallout 4. Aunque no solo por lo bonito de su diseño y por cómo Fallout ha cambiado el videojuego de rol de mundo abierto, sino porque puedes jugar al Donkey Kong original con un lavado de cara para asemejarse al mundo del juego. Una muy interesante experiencia de juego que, al igual que el Orlog, es completamente opcional dentro de Fallout 4, pero si nos engancha lo suficiente deberemos explorar el mapa a voluntad para encontrar los 5 minijuegos disponibles.
Viaje del Rey de la Pradera - Stardew Valley
Un minijuego de tomo y lomo y es que lejos de ser un añadido dentro del propio juego, hablamos de una arcade en un salón recreativo. Qué mejor experiencia que dejar de lado la vida de la granja de Stardew Valley y lanzarte de lleno a un twin-stick shooter con oleadas de enemigos y 3 vidas por delante. Es el ejemplo perfecto de "juego dentro de juego".
Triple Triad - Final Fantasy XIV/ Final Fantasy VIII
¿Queréis complejidad y profundidad? Me he dejado lo mejor para el final: Triple Triads. El juego de cartas de la saga de Square Enix hizo acto de presencia en Final Fantasy VIII y de ahí pasó al MMO de la franquicia ampliando considerablemente su abanico de posibilidades. Tal fue la importancia de este minijuego que no se concibió como un aparte dentro de Final Fantasy sino que Hiroyuki Ito, director y diseñador de Final Fantasy VI, Final Fantasy IX y Final Fantasy XI, trabajó para dar forma, lógica y fondo a un añadido que se ha sabido ganar el corazón de los fans.
Orlog - Assassin's Creed Valhalla
No esperaba ver algo llamativo en el último Assassin's Creed de los galos más allá del, por supuesto, vastísimo mundo que son capaces de crear. Te sientes obligado a jugar, sobre todo porque forma parte del tutorial, pero es que el Orlog es sumamente adictivo y no depende tanto del azar como sí de la estrategia del jugador. Hablamos de un juego de fichas o dados donde tenías que encontrar un equilibrio perfecto entre ataque y defensa contra el enemigo. Y, como no, el apoyo de los dioses era decisivo. Si bien no nos obliga a una búsqueda exhaustiva de nuevas fichas como sí GWENT con las cartas, llegó a convertirse en un juego de mesa real.
El por qué de los minijuegos
Es inherente al videojuego de mundo abierto y todos sabemos que una vez iniciemos cierto título, sobre todo de compañías como Ubisoft que son muy duchas a la hora de incluir estos minijuegos. Pero, ¿cuál es el por qué de su presencia? Quiero decir, en muchas ocasiones no aportan nada, o no parecen hacerlo, y podríamos pensar que es un gasto de recursos "tonto". Los minijuegos, en sí, tienen dos motivos. El primero de ellos es el más obvio: poner a prueba al jugador y hacer que descanse a la vez que se toma un respiro de la historia principal.
Pero es quizá el segundo motivo el interesante. Todos sabemos que jugar al póker en Red Dead Redemption 2 no solo responde a la lógica de la ambientación y de los bajos fondos del Viejo Oeste estadounidense, sino que hablamos de pequeñas experiencias sin mucha sazón, tan cercanas a la realidad que cualquier juego podría suplantarlo. Pero en el caso de GWENT, uno de los minijuegos más prolíficos de este medio, su inclusión sirve para que el equipo de desarrollo demuestre su talento, su interés por añadir algo más y, en última instancia, un por qué económico de algo que se puede explotar.
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