Hace años, muchos años, los llamados módems de marcación telefónica coparon el mercado al ser uno de los "mejores" sistemas existentes para conectarse a Internet en España. Hablo de un tiempo difuso en el que muchos de nosotros éramos apenas unos críos. Muchos de vosotros, posiblemente, ni habríais nacido por aquel entonces, pues hablamos de los albores del mismo Internet. Hoy día es fácil encontrar información de casi cualquier cosa en todas partes. Por aquel entonces la historia era muy diferente. Tanto es así que no podías usar Internet y el teléfono al mismo tiempo.
De hecho, todos mis recuerdos sobre esta "extraña tecnología" son de cuando era un crío, ya que esta historia tiene no menos de 15 años. Ahora mismo me cuesta deciros la fecha exacta, pues cada hogar transicionó de manera diferente a las nuevas tecnologías que se fueron sucediendo poco a poco. En mi caso, creo recordar que fui de los primeros de mi ciudad, y es que Internet estaba tan poco extendido que hasta se consideraba un capricho sin demasiada utilidad. Sobre todo porque se cargaba tu línea de teléfono mientras estaba operativo.
Un router y un teléfono, pero solo una línea
Para que os hagáis una idea aproximada de cómo era el proceso, no estabas conectado el 100% del tiempo. En mi caso, cuando quería usar internet para consultar la Pokédex oficial de Nintendo en una web que ya ni existe, tenía que subir la silla del escritorio, encender el ordenador y buscar el botón de "conectar". En efecto, para encender internet, tenías que hacer doble clic en el acceso directo de un programa muy concreto que un técnico especializado te instalaba en el ordenador.
A grandes rasgos, es como abrir Steam o Discord, pero para conectarte al Internet. Y entonces sucedía. De la misma nada, una sinfonía (en mi imaginación, el lamento de un demonio tenía que sonar igual, pues era un ruido simplemente muy desagradable) de extraños sonidos comenzaban a escucharse por todo el despacho. El router empezaba a hacer toda clase de virguerías, indicándonos que la conexión estaba iniciando. Imaginaos algo así como una serie de pitidos, pero muy desafinados, con un carácter bastante estridente. Era como un tocadiscos roto, pero mucho peor. Ah, y que no se te ocurriese encenderlo por la noche si no querías despertar a todo el mundo.
Así pues, durante unos cuantos minutos, y tras pulsar en el botón de conectar, la habitación (y la casa) se convertía en el hogar del concierto más feo del mundo... hasta que se hacía el silencio. La conexión se había realizado y, en efecto, ya tenía Internet. Por desgracia, esto tenía una consecuencia directa bastante importante: el teléfono fijo dejaba de funcionar. Es más, si cogías el auricular y te lo ponías en la oreja, escuchabas el mismo sonido que hacía el router al conectar, pero de manera constante.
Además, nadie te podía llamar y, como es lógico, tú tampoco podías hacerlo. En un mundo en donde los smartphones no era ni un proyecto. Los teléfonos móviles tampoco eran demasiado populares y muchos de ellos, de hecho, tenían que conectarse a la propia línea de la casa, por lo que el problema seguía. No era muy habitual que hubiese varios de estos dispositivos en un mismo hogar, por lo que era muy frecuente que te quedases incomunicado durante varias horas por culpa de Internet. De hecho, había casos en los que pagabas por minuto de conexión, ya que, en cierto modo, eran llamadas de teléfono.
Dependía del plan que tuvieses contratado, pero era bastante habitual. Eso sí, no recuerdo que fuese especialmente caro, ya que en casa lo utilizábamos bastante y las facturas no eran especialmente horrorosas. Ahora bien, ¿por qué funcionaba así? Pues porque el router y el teléfono fijo funcionaban por la misma red. De ahí el nombre de router (o módem, llámese como quiera) de marcación telefónica. Por supuesto, era infinitamente más lento de lo que os podáis imaginar. Lo bueno es que las páginas pocas páginas webs que existían por aquel entonces solían pesar bastante poco, así que las esperas no eran tan largas como os podríais pensar.
Eso sí, acceder en menos de un segundo a cualquier sección era poco más que un sueño. Sin más, era inimaginable. Como es lógico, este sistema no duró demasiado. Aunque creo recordar que estuvo activo durante unos cuantos años, desapareció paulatinamente en cuanto aparecieron las líneas RDSI, un nuevo tipo de conexión que permitía que teléfono e Internet funcionasen al mismo tiempo. La conexión ya era digital, así que era cuestión de tiempo que diesen un nuevo salto, siendo este las versiones más clásicas del ADSL.
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