En los últimos meses, hay una palabra que cierto sector de jugadores ha empezado a usar como una suerte de comodín. "Woke", referido a todo aquello que se desvía lo más mínimo de representar exclusivamente historias de hombres blancos heterosexuales porque cualquier otra cosa es "forzar la diversidad", es un término que no ha tardado en llegar al videojuego, y ya se está cobrando algunas víctimas verdaderamente ridículas.
El último juego en verse envuelto en la vorágine es nada menos Kingdom Come Deliverance 2. En los últimos días en las redes los fans se han rebelado ruidosamente contra Daniel Vávra, la principal cabeza pensante detrás del juego, por estar haciendo una secuela "woke". La razón es que el juego incluirá, aparentemente y según filtraciones (aún no ha salido), al menos una escena de sexo entre hombres además de algún que otro rostro negro que poblará el mundo del juego. Esto es inaceptable para muchos jugadores, quienes en redes le han respondido cosas como "por qué hay mierda LGBT. Por favor quítala. Es asqueroso." o sencillamente "Reserva cancelada". Un comentario ya eliminado era tan insultante que hizo que Vávra le respondiese: "No hablo con mierdecillas nazis como tú".
Es un giro de los acontecimientos casi surrealista, porque no hace demasiado tiempo la situación era totalmente la contraria. En 2018 el faro que iluminaba el camino para todos estos jugadores "anti-woke" era la primera entrega de Kingdom Come Deliverance. El título de Warhorse se anunciaba por Kickstarter y quería ser una representación realista de la Bohemia (actual República Checa) del siglo XV. Eso significa nada de monstruos, nada de dragones o espadas mágicas y por supuesto nada de personajes que no fueran blancos, hombres y heteros.
Esto no tardó en sembrar su propia polémica, con sectores más progresistas criticando cómo era posible tener una visión del pasado tan limitada y estereotipada, tanto a nivel racial como en la representación de género o de la mujer como estrictamente sumisa. A su vez, los fans del título y el propio creador defendían a capa y espada la fidelidad histórica que justificaba todas las decisiones. Fidelidad histórica que de por sí es disputable, ya que no todos los historiadores están de acuerdo con la concepción racial tradicional de la Europa medieval, y coinciden en que hay un generalizado movimiento revisionista de blanqueamiento en la historia.
Su creador ha estado al pie del cañón de estos discursos
El propio Vávra ha sido uno de los principales causantes todo este chaparrón. Durante la promoción del primer Kingdom Come no dudó en alinearse políticamente con las ideas del Gamergate, el movimiento masivo de ciberacoso que hubo en 2014 tras la aparición de figuras como Anita Sarkeesian, que apostaban por crear contenido haciendo una lectura feminista del videojuego. En menciones directas en redes Vávra se burlaba de Sarkeesian, y en entrevistas se mostraba muy antagónico cuando se le preguntaba sobre la misoginia en la industria, diciendo cosas como "decir que la industria es misógina porque un idiota lo ha dicho en Twitter es absurdo".
Estuviese más o menos de acuerdo con todas las ideas que promulgaban, Vávra ha sido un gran aliado de este sector de jugadores en los últimos años, un "provocador" que ha ido mostrando más signos de radicalización justificados además por el buen recibimiento del primer juego, que obtuvo de media un 76 en Metacritic. La "tragedia" ya se podía mascar cuando en comentarios preliminares a esta debacle con la secuela Vávra confirmase que en esta ocasión él no era el principal escritor y al equipo se habían unido otros guionistas que no representaban necesariamente su visión política. Admitiendo involuntariamente y por otra parte, que hay una visión política que se cuela en el trillado eslogan de la fidelidad histórica.
En los últimos días Vávra ha estado básicamente apagando fuegos y recogiendo cable, pero el daño de imagen de cara a los que más lo defendían ya está hecho. En cuanto a los propios jugadores, esto no ha hecho más que destapar una careta que ya era endeble. Sembrar tal alboroto por la mera existencia de una escena gay (que a saber luego cómo es representada, igual los apedrean) y algún que otro rostro negro demuestra las demenciales expectativas que tienen estos herederos del Gamergate de la industria del videojuego. Como muestra, solo hay que mirar la ya famosa lista de "juegos woke" pública en internet. Una larga hoja de cálculo en la que esta comunidad deja registro de juegos de todos los tamaños y colores por sus aparentes políticas de inclusión, y advierte a otros jugadores que no deberían jugar, por ejemplo, a Red Dead Redemption 2 porque el personaje de Sadie "se comporta como una feminista moderna lo haría".
Esta simplificación del análisis de las historias que consumimos solo sirven para dañar la relación de los jugadores con un medio expresivo tan rico como el del videojuego. También presente en esta lista está marcado en rojo Disco Elysium por "mensajes comunistas" que afirman no tener claro si son "a favor o anti", quedando claro que la interpretación de estos juegos les pasa en su mayoría totalmente por encima.
Son casos que no hacen más que propagarse. También este mes se ha "celebrado" un evento llamado Real Game Awards que tenía como objetivo "empoderar a los gamers" con categorías como Best Jiggle Phisics para premiar las tetas de los personajes femeninos. No hace demasiado que The Last of Us Parte II sufría una campaña de odio por su utilización de personajes femeninos como heroínas. El año pasado, miles de jugadores occidentales apoyaron en masa Black Myth Wukong hasta su campaña en los Game Awards, un juego chino con el que no tenían ninguna afiliación cultural más allá del hecho de que los creadores habían prohibido a la prensa criticar el juego en términos feministas. Mientras miles de estos jugadores "anti-woke" se esfuerzan en defender un medio del videojuego "apolítico" y libre de propagandas, ellos mismos no cesan de instigar guerras culturales.
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