Hay videojuegos que tienen muy claro a qué público quieren llegar, y eso puede cerrar puertas a otros. Hell Let Loose es un shooter bélico que pretende llevarnos a las batallas más realistas posible, y en cierta manera lo cumple, pero su elevada curva de dificultad, ausencia de tutoriales y una interfaz poco intuitiva hacen de él una experiencia de nicho.
Cuando comencé a jugar a Hell Let Loose sentí agobio. No me había pasado esto nunca a un nivel tan alto: estaba realmente perdido. La escasez de opciones al empezar y el hecho de que el juego no tenga un tutorial (hay un manual de campo que deberías leer si quieres jugar, pero reserva una hora como mínimo si quieres empezar a entenderlo todo desde la teoría) no ayudan a personas como yo que tenemos un perfil más amplio en los juegos de disparos. Este título no es para todo el mundo, y eso no es malo, no lo estoy criticando, y eso quiero que quede muy claro. Tras unas horas intentando entender todo lo que nos ofrece este shooter bélico multijugador de batallas masivas con 100 jugadores, comprendí que esto es mucho más que un juego. Pretende ser grande y recrear batallas de verdad, y para ello sacrifica ciertos elementos que irremediablemente deben estar en un videojuego si se quiere llegar a un público amplio. La cuestión es que no creo que Black Matter Pty Ltd busque eso en este caso.
El juego es realista. Mucho. Al menos todo lo que creemos que puede ser un título que pretender recrear batallas de la Segunda Guerra Mundial. Esta búsqueda por la fidelidad es llamativa, realmente interesante en algunos puntos, pero al final hace que te preguntes quién puede apreciar realmente lo que se ha hecho aquí. Por ejemplo, disparar artillería antitanque es toda una hazaña. Para empezar, como mínimo se necesitan dos jugadores: uno mueve el artilugio en horizontal y el otro en vertical, y uno de ellos puede disparar. Después os tendréis que armar de paciencia, porque la lentitud del movimiento es sorprendente. Esta acción supone un acto de coordinación, porque como veréis luego, este juego es, más que ningún otro, uno de equipo. Pero lo cierto es que si quisiéramos hacerlo bien, una tercera persona nos tendría que decir a dónde lanzamos el proyectil, porque los jugadores que manejan este arma no van a ver casi nada. ¿Es esto divertido? La respuesta es que sí, pero solo para unos pocos.
La Guerra se gana con el trabajo de todos
Cuando nos lanzamos a uno de los servidores, ya sea público o privado, con uno de los dos modos de juego disponibles, lo primero que tenemos que hacer es seleccionar entre Alemanes o Estadounidenses. Cada uno de los dos equipos tiene 50 miembros, y este juego basa su jugabilidad en la cooperación real de todos ellos. Antes de desplegarnos en el campo de batalla, tendremos que unirnos (o crearla nosotros) a una unidad. Las unidades son subgrupos de jugadores dentro del mismo equipo y están limitadas a un número concreto de usuarios. La persona que crea la unidad es el Comandante y tiene la habilidad de realizar acciones que los demás no pueden hacer (como por ejemplo establecer puntos especiales de respawn para su unidad), pero además tienen un rol aún más importante: dirigir a su pelotón, estableciendo la estrategia a seguir en la batalla.
Insisto: Hell Let Loose es un juego de equipo. Nuestra unidad es la razón de ser, la que nos llevará a la victoria (o no) y tenemos que seguir lo que el comandante ordene. Dentro de cada tipo de unidad (hay tres, Infantería, Blindaje y Reconocimiento) hay diferentes clases para escoger. Y ojo, porque son muy excluyentes. Por ejemplo, solo podremos hacer uso de un tanque si estamos en la unidad dedicada a ello. Los roles son fundamentales y jugar conforme a ellos es la clave para la victoria. Nuestras acciones ayudarán a su vez a todo el equipo en conjunto y si no hacemos nuestro rol correctamente, no llegaremos a ningún lado. Y aquí entra algo muy clave en el juego: es imposible jugar en solitario con ciertas garantías. Lo mejor sería que un grupo de amigos se uniera en una unidad e ir avanzando juntos, pero si no tenéis esa opción y aún así queréis jugar, es indispensable integrarse en las otras unidades chateando o hablando con el resto de soldados. No se puede disfrutar de este juego si no hay una clara interacción con el resto de jugadores. No está pensado para que nos lancemos al mapa a pegar cuatro tiros. ¡Eso es casi lo de menos! Y no, no me he vuelto loco: el juego tiene un fuerte componente táctico.
Hell Let Loose tiene una mecánica curiosa basada en la gestión de los recursos. En el título necesitamos conquistar ciertas zonas que, por ejemplo, nos den gasolina regularmente. Esto sirve para que más vehículos aliados puedan hacer spawn, y tiene sentido. Si no tenemos gasolina, no podemos arrancar un camión, ¿verdad? Es por ello que es importante ir avanzando poco a poco y si una de las unidades tiene como objetivo principal alcanzar la siguiente zona que nos dará más recursos, debe hacerlo. Podemos pasar minutos enteros sin utilizar el arma para nada y, de hecho, los combates entre diferentes batallones suelen acabar en un abrir y cerrar de ojos, porque se muere muy rápido en este juego por aquello del realismo. Al final, el juego insiste una y otra vez en que tengas claro que la guerra no se gana en 10 minutos ni con refriegas. Esto es más grande, más imponente.
Lo mejor, la ambientación
Hay algo que desde luego tenemos que aplaudirle a Hell Let Loose y es la ambientación. Los mapas son enormes y todo lo que encontramos es funcional, está ahí para hacer su trabajo. Todo está perfectamente recreado y sentimos de verdad que estamos en la Segunda Guerra Mundial. Este placer visual se redondea con el sonido de las armas, con lo espectaculares (y letales) que son los bombardeos y con un uso de los objetos muy conseguido. Las armas difieren entre sí y se sienten bien, las granadas tardan una barbaridad en explotar y su efecto es considerable, la construcción de puestos avanzados es clave, e incluso los prismáticos son increíblemente útiles dada la dimensión del escenario.
Pero la realidad es que la experiencia queda un poco empañada porque a veces existe la sensación de que se ha olvidado que esto es un videojuego. Por ejemplo, para saber qué significa cada icono del mapa, hay que hacer varios clicks, algo inviable en medio de la batalla. También es difícil encontrar a tu unidad en el mapa (algo horrible, con la importancia que tiene el grupo) y falta información en el HUD. La interfaz es mejorable, así lo creo. Imagino, y entiendo, que todo esto es una medida más para llevar el realismo a otro nivel: poca información hace que todo se sienta más rudimentario, más peligroso, más fiel a lo que seguramente vivieron los combatientes. Pero, esto es un videojuego, y estas carencias, sumadas a la implicación tan alta que pide el título al jugador, hacen que el propio Hell Let Loose sea una barrera para muchos usuarios.
Hell Let Loose es un juego de nicho
Mario Gómez estuvo jugando un buen rato conmigo al videojuego mientras preparaba este artículo y ambos llegamos a la conclusión de que este juego no era para nosotros, ni lo será para mucha gente, pero sí tiene su público. Hay un sector de la comunidad de Battlefield, por ejemplo, que estoy convencido de que va a encontrar aquí lo que llevan años pidiendo: grandes batallas realistas, largas y tácticas. Pero esto va a echar para atrás a jugadores más casuales o con menos tiempo, porque el título no es para entrar 20 minutos y echar una partida. No va de eso.
Me sale comparar esto con los juegos de mesa. Un amante de Warhammer y de otros juegos de rol sabe que para jugar bien a este famoso juego necesita varias horas y quedar con un grupo de amigos para hacerlo. Puede que haya un día en el mes en el que todos quedan, echan toda una tarde disfrutando del juego y se lo pasan en grande, pero solo juegan en esos momentos. Mientras ese día llega, mata el tiempo con otros juegos de mesa más rápidos y directos que no necesitan tanta implicación.
Hell Let Loose es un poco lo mismo. Encontrar amigos para jugar puede dar como resultado una experiencia muy gratificante, en la que simplemente acertar un disparo a un tanque con la artillería puede hacer que la partida haya merecido la pena, y darte una satisfacción que quizá no encuentres en el Call of Duty de turno. Pero la realidad es que para este tipo de experiencias solo hay un grupo reducido de jugadores, uno muy hardcore y que sabe lo que busca. Este juego es uno de nicho, y no tiene nada de malo, porque es bueno que haya productos en el mercado que cubran los deseos y las expectativas de muchos tipos diferentes de jugador.
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