Overwatch 2 está mal. Está mal porque los héroes que antes eran gratis ahora son de pago, por cuestiones de balance, porque Blizzard Entertainment la ha liado con muchos temas o porque Team Fortress 2 es más carismático y tiene mejor sentido del humor. Allá donde pisa OW2, le rodea un aura de negatividad: tan pronto como llegó a Steam —el primero del desarrollador californiano en hacerlo— se comió un review bombing de proporciones mastodónticas desde el primer minuto. Esté justificado o no, tenemos un ejemplo claro de piñata mediática que nadie parece querer que funcione. Me parece lógico. Pero yo me lo paso bien.
Durante la BlizzCon 2023, Aaron Keller y su equipo de talentos anunciaron un nuevo héroe llamado Mauga que se unirá a la plantilla de personajes jugables como parte de las novedades de la inminente temporada 8. Incluso fue posible probar el próximo tanque del juego desde casa por 48 horas, y honestamente, creo que fue divertido: tiene movilidad, tiene aguante, y tiene dos ametralladoras que juegan con debuffs y daño crítico. Pero lo más importante, para mí al menos, es que se sentía un poco como "los originales", el grupito que acompañó a OW1 en su versión vanilla del 2016. Muy simple de entender, y con muchas posibilidades. Pero es que eso mismo ahora no es una excepción, sino una norma. Me explico.
Reinhardt, Orisa y Sigma fueron (en sus inicios) versiones distintas de la misma idea: un escudo grande. Ahora están más diferenciados, pero en su momento se formó todo un metajuego en torno a la idea de acumular elementos de sandbox idénticos como los suyos. Con esa filosofía de diseño más que enterrada, tanto Mauga como el resto de invitados de honor son distintos por sus propios medios. Eso es bueno, muy bueno: al final del día, hablamos de un juego que solo puede crecer con variedad. Pero ese es un halago costoso de reconocer, porque con OW2 todo es negatividad y uno tiene que pensárselo un poco antes de levantar tímidamente la mano para decir "bueno, sí, pero esta parte en concreto está bien".
Uno de los problemas que veo desde que me aventuré en internet para hablar de videojuegos es que los jugadores vemos las cosas en blanco y negro. Esto es bueno, esto es malo. Ahora este estudio es el demonio, este otro se ha redimido, ese de allá ni con un palo y al del otro lado le compramos lo que sea, day one. Pero como casi todo en la vida, diría que la industria en los videojuegos más bien se debería ver en tonos de gris. Es una realidad incómoda, de las que desafían tus propias opiniones, pero al final del día creo que es una forma enriquecedora de percibir las cosas. En el caso concreto de OW2, no hay duda alguna de que arrastra un montón de males consigo; pero creo que es sano hacer esa cesión culpable, pecaminosa, de vez en cuando.
A Overwatch no le perdonamos ciertas cosas. Hay manchas feas en el historial y es entendible que muchos digan "por aquí no paso". Pero oye, los nuevos personajes están saliendo bastante bien en general. Al menos, podemos darle eso ¿no?
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