Riot Games ya dijo no a los NFT. El pasado enero, la compañía responsable de Valorant y League of Legends salió a aclarar que Killjoy, personaje de este primer juego, no tenía nada que ver con los tokens no fungibles. Este desapego de una tecnología que buscó un lugar en el mundo y ha acabado en nada lleva ahora a Riot Games a querer distanciarse de Sam Bankman-Fried, fundador de FTX, a golpe de demanda para salvaguardar su imagen.
Sam Bankman-Fried se ha hecho un nombre y su ascenso y caída ha dado mucho de qué hablar. La compañía FTX instauró una plataforma de intercambio de criptomonedas con sede en Bahamas que ahora mismo se ha declarado en bancarrota, por lo que el acuerdo firmado previamente con Riot Games es papel mojado como argumentan en Kotaku.
Para que os hagáis una idea de las sumas que moverían ambas compañías, el acuerdo de Riot Games les habría beneficiado 12.5 millones de dólares este 2022, algo que se ha quedado en unos "escasos" 6,25 millones. Al declararse FTX en bancarrota, los estadounidenses no verán ni una moneda más, pero la imagen es casi más importante; una que estaría siendo dañada tras el escándalo de Bankman-Fried.
"No hay manera de que FTX repare el daño a la reputación que ya ha causado a Riot como resultado del descrédito público causado por la debacle que precedió a la declaración de bancarrota de FTX", asegura Riot Games al portal estadounidense. Por tanto, una demanda haría ver que la compañía de videojuegos dice "no" a su asociación con FTX más allá de un contrato que ya habría desaparecido.
El CEO de FTX se hizo famoso por jugar a League of Legends en las reuniones de negocios de su propia compañía. El propio ideólogo de FTX reconoció en Twitter que jugó "a League of Legends más de lo que cabría esperar". Aun así, la trayectoria estelar de Sam Bankman-Fried ha acabado detenido en las Bahamas y podría acabar extraditado a Estados Unidos para cumplir condena.
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