Es uno de los juegos indies que más me han transmitido a lo largo de mi vida como jugador y ya os advierto que , si lo probáis, os dejará huella.
¿Son los videojuegos un arte? Esta es una cuestión que muchas personas se han planteado a lo largo de su vida, generando toda suerte de debates y discusiones en no pocos estamentos de la sociedad. Al ser un medio de entretenimiento relativamente joven y con unas características muy propias, se ha puesto en entredicho esa idea. No obstante, a veces somos capaces de encontrar videojuegos que resuelven estas dudas en cuestión de un instante... aunque en el proceso te dejen un recuerdo tan bonito y tan amargo que hasta te quedas sin palabras.
Personalmente, nunca he tenido reparo alguno en decir que «sí, los videojuegos son arte», y hay muchos ejemplos. No obstante, creo que That Dragon, Cancer es uno de los que mejor expresa esta cualidad. Y es que, a fin de cuentas, no estamos ante un videojuego que pretenda ofrecernos una jugabilidad adictiva, una historia sorprendente o una revolución tecnológica. No. That Dragon, Cancer es la historia de dos padres que tienen que enfrentarse a la situación más cruel que nos podamos imaginar: el diagnóstico de un cáncer terminal en su hijo de cuatro años.
That Dragon, Cancer, una historia para reflexionar
Dura, directa y al corazón, la obra de Numinous Games nos cuenta la lucha de Joel Green contra el cáncer. Con una duración aproximada de dos horas, te golpea con tanta fuerza que hasta te deja sin aliento... y es por eso, precisamente, que es tan buena. Pega muy duro, y eso que todos sus personajes están diseñados de tal manera que sus rostros son poco más que un conjunto de texturas tridimensionales que no permiten diferenciar sus rasgos faciales.
Pese a ello, te rompe igualmente por dentro. "Aquí vamos a recordar a nuestro hijo Joel, por aquí arriba en este camino. Queremos mostrarles quién fue y cómo su vida nos cambió. ¿Podemos caminar juntos un rato hasta aquí?", es la idea que transmitió el desarrollador del juego. ¿La idea? Escribirle una carta de amor a su hijo que busca mostrarnos cuan duro fue el proceso.
Así pues, That Dragon, Cancer es una experiencia narrativa que combina tanto la primera como la tercera persona para contarnos la historia de Joel Green y sus padres, interactuando con el entorno al más puro estilo aventura gráfica point and click. Pero ahí es más. Los audios, los fragmentos hablados, los vídeos caseros que dan forma a la historia son reales. Son la memoria de la familia y el recuerdo de Joel.
Ya lo dice la descripción oficial del juego: "Es un proyecto independiente, producido y dirigido por Malika Zouhali-Worrall y David Osit. La familia Green junto con el resto del equipo de Numinous no produjeron la película, pero se sienten muy honrados de ser los protagonistas de la misma". Es una autobiografía basada en la experiencia de la familia al criar a su familia.
Le detectaron un cáncer terminal cuando tenía solo 12 meses, pero logró vivir hasta los cuatro años. Y esa es la historia de un juego. No hay más, pero tampoco le hace falta. Si lo pruebas, se grabará a fuego en tu memoria. Es un relato tan duro y tan bonito al mismo tiempo que te deja hasta sin palabras. Solo recordarlo hace que se forme un nudo en tu garganta y no sepas bien qué decir.
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