Estoy seguro de que cuando piensas en los ordenadores de los años 80 y 90, lo primero que se te viene a la cabeza son las cajas de plástico con un tono amarillento o beige. Si es así, no eres el único, y es que todos los que vivimos esa época tenemos esos tonos grabados a fuego en la mente. Pero, ¿por qué se adoptó esta estética? No hay una respuesta clara, pero el rastro nos lleva a Alemania.
Beige, el color de moda en los 80 y 90
Con sus pantallas de tubo, sus lectores de disquetes y sus teclados sin luces ni florituras, la estética retro de los ordenadores tiene muchísimo encanto, pero, ¿de dónde viene? Teniendo esta duda en mente, nuestros compañeros de GameStar decidieron echar la vista atrás e indagar en el asunto. Sin una respuesta irrefutable —y el matiz de que no todos los ordenadores de la época tenían el mismo color, aunque este se haya quedado grabado en nuestra mente—, hay una historia que contar aquí.
En el libro "ThinkPad: A Different Shade of Blue", de Deborah Dell y Gerry Purdy, el rastro nos lleva hacia la regulación que buscaba estandarizar ciertas prácticas dentro de los espacios de trabajo alemanes, algo que luego fue adoptado por el resto de Europa. "A finales de 1970, Alemana [...] prescribió colores claros para los ordenadores de oficinas", dice el escrito. Esto hizo que, para los 80, cualquier oferta que no fuese gris o variantes del color de blanco, fueran eliminadas de la industria para adaptarse a las regulaciones europeas. A los grandes fabricantes, como HP o IBM no les interesaba tener productos específicos para Europa, con lo que decidieron centralizar todo en nuestras exigencias.
De hecho, incluso hubo un pulso dentro de estas organizaciones. La rama general de IBM quería que sus nuevos portátiles ThinkPad fueran negros para diferenciarse de la competencia, pero IBM Alemania se opuso en rotundo por las regulaciones vigentes y el posible conflicto que pudiera haber en este movimiento de marketing.
Bien, pero, ¿por qué se optó por exigir este tipo de colores y no otros? ¿Fue una decisión arbitraria? La realidad es que no. La legislación alemana exige que la reflectancia de la luz en superficies de espacio de oficina esté entre un 15 y un 75%, y esto también se aplica a los teclados de las oficinas. Eso sí, esto abre la posibilidad a librarse del beige, pues el verde y similares podrían haber conseguido el mismo resultado. ¿Te imaginas una oficina completamente verde?
Los ordenadores de oficina y nuestra sociedad
Aquí es donde entra la percepción social que tenemos de los colores. Andreas Stephan, de la DGUV, tiene una teoría: "Es posible que estos colores [como el beige] sean considerados como más neutrales y combinen bien con otros colores de las habitaciones, como el de los suelos, las paredes y los techos", afirma el experto. La fabricante de ordenadores Dell también contó a los compañeros que esta teoría es bastante certera.
"En esa época, no se prestaba mucha atención al diseño estético, sino que el foco era la tecnología. Ya que muchos de los primeros ordenadores se crearon para uso comercial, imagino que no querían que entrasen en conflicto con el entorno neutral de una oficina. [Los ordenadores] eran básicamente un mueble más", dice un representante del equipo de diseño estadounidense de Dell.
A esto hay que sumar otras consideraciones, como el coste de los materiales (el plástico ABS beige era barato y ofrecía buena durabilidad), la popularidad de los colores pastel durante la época, el hecho de que el beige camuflaba más la suciedad que el blanco o, incluso, la manera en la que colores como el verde o rojo podían tener un efecto no deseado sobre el ánimo de los trabajadores. Al final, no tenemos una respuesta absoluta, pero sí muchos elementos que, sin lugar a duda, tuvieron una gran influencia en esta decisión.
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