Pocos videojuegos hay que, a lo largo de la historia, hayan creado un nombre tan fuerte y conocido como el mismísimo Doom. El shooter en primera persona de id Software, fue una absoluta revolución en su momento, y con el paso de los años no ha hecho más que afianzar su importancia para la industria. De entre todos sus creadores, John Romero y John Carmack son los más condecorados, pero antes de ser leyendas, también se metieron en algún lío. Hoy toca hablar de Carmack y la vez que lo arrestaron por intentar robar ordenadores de Apple.
El padre de Doom y su roce con la policía
Nacido en 1970, en la ciudad estadounidense de Kansas, John Carmack, padre de id Software, tuvo interés en los ordenadores prácticamente durante toda su vida. A los 8 años, probó el clásico Space Invaders, mientras que a los 10 quedó absolutamente fascinado por Pac-Man. Gracias a estos dos títulos y su admiración por Shigeru Miyamoto, la semilla del interés por los videojuegos y la tecnología había sido plantada.
Como cuenta el libro Masters of Doom, fue a comienzos de la adolescencia de Carmack cuando decidió que necesitaba su propio ordenador Apple II. Lejos de ir a la tienda a por uno, pues su precio era demasiado elevado, junto con unos amigos tuvo la idea de que deberían robarlo. Por suerte —o por desgracia—, sabía exactamente dónde encontrarlos.
A los 14 años, Carmack y algunos de sus compañeros se dirigieron a su instituto, el Shawnee Mission East High School, con una misión: robar ordenadores. Con una mezcla de termita y vaselina creó una sustancia corrosiva que derritió los cristales de una ventana. Pese a que su plan era perfecto, no contaba con dos imprevistos: la alarma del recinto y la envergadura de uno de sus acompañantes.
Y es que, al derretir la ventana, como es normal, una alarma silenciosa fue accionada, alertando a la policía del suceso. Por otro lado, uno de los acompañantes de Carmack se quedó atascado en el agujero de la ventana, bloqueando tanto la entrada como la salida. Gracias a esto, la policía arrestó a Carmack.
Pese a que tuvo suerte de ser juzgado como un menor de edad, sí que pasó un año en un centro para menores. "Era un idiota sin moral cuando era joven. Era arrogante sobre ser más listo que otros, pero también estaba descontento con no poder pasar todo mi tiempo haciendo lo que quería. Pasé un año en un centro para menores después de que una evaluación psicológica fue muy, muy mal", recordaba Carmack en una entrevista con Slashdot.org.
Por suerte, John Carmack no se convirtió en un criminal reincidente, pero su irreverencia siguió presente a lo largo de su vida. Tras ir a la universidad, aprendió programación, pero no consideró que estas clases le sirvieran para mucho, con lo que dejó los estudios para programar a tiempo completo. El resto es historia.
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